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En el encuentro con el otro, se produce la experiencia de Dios.
La experiencia de Dios se produce desde mi punto de vista cuando tenemos un encuentro con Otro, con Otros y se produce la experiencia de una relación, que se sitúa «más allá» de la propia experiencia.
Transparentar en gestos y servicios lo celebrado y contemplado.
Así, para que lo sencillo y cotidiano no llegue a convertirse en rutina, es necesario celebrar, impregnar y envolver de trascendencia la sencillez y simplicidad de todos y cada uno de los momentos del día.
Experimento el amor incondicional y cercano de Dios.
Me sé siempre habitada y acompañada por Alguien con quien me puedo comunicar a todas horas del día y de la noche.
Dios viene embozado en el susurro.
Sólo hay que estar atento, expectante. Porque sus formas de manifestación son especialmente sutiles. El no está en la tormenta ni en el terremoto.
Soy consciente de que yo no soy nada sin El
Necesito de Él para enfrentarme al mundo y ser capaz de desarrollar mis talentos.