
36. Thomas à Kempis: Silencio y soledad
Establece el tiempo oportuno para hacer una profunda reflexión personal, y piensa a menudo sobre los muchos beneficios que Dios te hace.
¿Cuántos hemos deseado tener nuestro propio guía espiritual?
Te ofrecemos 40 de ellos para meditar en Cuaresma
Establece el tiempo oportuno para hacer una profunda reflexión personal, y piensa a menudo sobre los muchos beneficios que Dios te hace.
¿Cómo podemos perdonar? Recordando cuánto nos ha perdonado Dios. Es así de simple.
Aquellos que no estén preparados para tomar la cruz, aquellos que no estén preparados para entregar sus vidas al sufrimiento y al rechazo de los otros, pierde se comunidad con Jesucristo y no son discípulos.
La verdadera penitencia es trabajar, darse a los otros, o soportar los pinchazos de la vida de comunidad...
Orar es vivir conscientemente dentro de Dios. Eso es todo.
Si realmente queremos orar, tenemos que dedicar tiempo.
Jesús no nos abandonará, aunque le demos la espalda. Aunque le olvidemos, Él nos recuerda siempre.
Amar a todos es ser vulnerable. Amalo todo, y ciertamente tu corazón se retorcerá y posiblemente se romperá.
Sorprende la frecuencia con la que es usada en la Sagrada Escritura la imagen del buen pastor.
Buda dijo que no basta hablar sobre lo que es beneficioso, sino que tenemos que practicarlo.
La unión resultante del invierno profundo y la preparación santa convierte la reflexión, incluso la penitencia, en una actividad natural
La sociedad actual es una especie de mundo anónimo en el que nadie desea admitir la culpa y en el que todos son responsables.
En el sufrimiento se esconde la fuerza ascendente del mundo de una manera muy intensa.
Todo puede bendecirnos, pero tenemos que estar allí para que la bendición se produzca.
Deseo sufrir por amor e incluso alegrarme a través del amor; y así esparciré flores delante de tu trono.
Quizás el mayor reto psicológico y espiritual que tenemos cuando alcanzamos la mitad de la vida es el de hacer duelo por nuestras muertes y pérdidas.
Abandónate completamente en las manos de Dios con la esperanza de que el hará de ti lo que Él quiere que tú seas.
Porque dando es como se recibe, olvidándose de sí mismo es como uno se encuentra, perdonando es como se obtiene perdón, y muriendo es como se resucita para la vida eterna.
Nuestro miedo al sufrimiento es tan fuerte que no sólo buscamos protegernos de él, sino que a veces rehuimos a otros que sufren.