Sospecho que todos estamos familiarizados con la diferencia entre justicia y caridad. La caridad es regalar algo de tu tiempo, energía, recursos y persona con el fin de ayudar a otros que están en necesidad. Eso es una virtud admirable, señal de tener un buen corazón. La justicia, por otra parte, trata menos de regalar algo directamente que de procurar cambiar las condiciones y sistemas que sitúan a otros en necesidad.
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¿Qué haría Jesús?
Para algunos cristianos esa es la fácil respuesta a toda cuestión. En cada situación todo lo que necesitamos preguntar es: ¿Qué haría Jesús?
¿Qué constituye la fidelidad?
En el mundo de hoy, se está poniendo más difícil confiar en algo o alguien, por alguna buena razón. Hay poco que sea estable, seguro en que apoyarse, digno de confianza. Vivimos en un mundo donde todo está en cambio, es cambio, donde por todas partes vemos recelo, valores abandonados, credos desbaratados, gente trasladándose de donde solía estar, información contradictoria, y falta de honradez y mentira como social y moralmente aceptables.
Santos para una nueva situación
Hoy, en todos los círculos de la iglesia oyes un lamento: Nuestras iglesias se están vaciando. Hemos perdido a nuestra juventud. Esta generación ya no conoce ni entiende el lenguaje teológico clásico. Necesitamos anunciar a Jesús de nuevo, como si fuera por primera vez, pero ¿cómo? La iglesia se está quedando para siempre marginada.
Vivir de por vida una vocación
¿Qué significa tener vocación? El término se emplea tanto en círculos religiosos como seculares, y todos asumen que su significado es claro. ¿Lo es? ¿Qué es una vocación?
Fe y muerte
Tendemos a alimentar una cierta ingenuidad sobre lo que significa la fe ante la muerte. La opinión común entre nosotros como cristianos es que, si alguien tiene una genuina fe, deberá poder enfrentarse a la muerte sin temor ni duda.
Leyendo pasajes difíciles de la Escritura
Un compañero mío me cuenta esta historia: Recientemente, después de presidir una Eucaristía, una mujer de la asamblea se le presentó con este comentario: “¡Qué horrible lectura de la Escritura hemos tenido hoy! ¡Si esta es la clase de Dios al que rendimos culto, entonces yo no quiero ir al cielo!”
Una camisa de fuego
Dicen que el libro que más necesitas leer te encuentra cuando más necesitas leerlo. He tenido esta experiencia muchas veces, últimamente con el libro de Heather King Camisa de fuego: Un año con santa Teresa de Lisieux.
El beso de Dios en el alma
¿Cuál es la verdadera raíz de la soledad humana? ¿Un defecto en nuestro modo de ser? ¿La insuficiencia y el pecado? ¿O dice todo la famosa frase de san Agustín: Nos has hecho para ti, Señor, y nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en ti?
Inclinar y levantar nuestras cabezas
Al final de cada liturgia católica romana, se invita al pueblo a recibir una bendición. Esa invitación es expresada con estas palabras: Inclinad vuestras cabezas e implorad la bendición de Dios. La idea existente tras eso, obviamente, es que una bendición sólo puede serrecibida verdaderamente en reverencia, en humildad, con la cabeza inclinada, y con el orgullo y la arrogancia subyugados y silenciosos.
Siempre yendo delante de nuestras almas
En su libro El Dios Instinct, Tom Stella cuenta esta historia: Unos hombres que se ganaban la vida como mozos de servicio fueron alquilados un día para portar un gran cargamento de materiales para un grupo en un safari. Sus cargamentos eran inusitadamente pesados, y la incursión a través de la jungla se realizaba por un escabroso sendero.