Laiconet – Evangelio Seglar
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Laiconet – Evangelio Seglar
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Eliana Cevallos – La alegría del amor
En la exhortación apostólica del papa Francisco a las familias se recogen algunas situaciones que afectan a la familia en nuestros días. Hoy reflexionaremos sobre una de ellas: el peligro de una libertad comprendida desde el individualismo egocéntrico.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
Vivimos esta vida “gimiendo y llorando en un valle de lágrimas”. Esto era parte de una oración que mis padres rezaban cada día de su vida adulta, como hacían muchos otros de su generación. A la luz de las sensibilidades contemporáneas (y las espiritualidades unilaterales), esto podría sonar a morboso.
Laiconet – Evangelio Seglar
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Eliana Cevallos – La alegría del amor
El capítulo segundo tiene un título por demás sugerente: “Realidad y desafíos de las familias”. Es sugerente porque nos ubica en el realismo crudo sobre lo que vivimos en la actualidad y al mismo tiempo, nos invita a asumir el reto que esto implica. Lo iremos viendo poco a poco en las próximas entregas.
Ronald Rolheiser | En el Exilio
La oración es más necesaria justo cuando parece más inútil». Michael J. Buckley, uno de los principales mentores espirituales de mi vida, escribió esas palabras. ¿Qué quiere decir con ellas?
Mi temprana educación religiosa, a pesar de toda su solidez, puso un énfasis demasiado gravoso en el temor de Dios, temor del juicio y temor de no ser nunca lo suficientemente bueno para ser grato a Dios. Interpretó literalmente los textos bíblicos que presentan a Dios airado y enojado con nosotros.
El primer capítulo del libro del Apocalipsis contiene un poderoso desafío que está oculto en el lenguaje esotérico global de ese libro. Juan, su autor, hablando en la voz de Dios, dice algo en este sentido: He visto qué duro trabajas, he visto tu fidelidad y tu hambre de la verdad; pero tengo esto contra ti: “tienes menos amor en ti ahora que cuando eras joven”. ¡Eso duele!
Hace cuarenta años, en noviembre de 1982, empecé a escribir esta columna mientras estudiaba doctorado en Bélgica. Elegí llamarla “En el exilio” por dos razones. Superficialmente, elegí este título porque estaba viviendo en Europa, lejos de gran parte de lo que consideraba mi hogar. Aun cuando no pretendía ser Robert Browning escribiendo Home-Thoughts, From Abroad (Pensamientos de casa. Desde el extranjero), sí que tuve una satisfacción de amateur en el pequeño paralelo.
No basta con tener santos; ¡necesitamos santos para nuestro tiempo! Un comentario esclarecedor de Simone Weil. Los santos de antaño tienen mucho que ofrecer; pero miramos su bondad, su fe y su abnegación y nos resulta más fácil admirarlos que imitarlos. Sus vidas y sus circunstancias parecen tan alejadas de las nuestras que fácilmente nos distanciamos de ellas.
Sólo hay una adicción por la que se nos alaba: el exceso de trabajo. Con cualquier otra adicción, los interesados buscan meterte en una clínica o en un programa de recuperación, pero si tu adicción es el trabajo, generalmente se ve como una virtud. Sé de lo que hablo.