En su novela “Final Payments” (Pagos Finales), Mary Gordon expresa una ecuación o equiparación que ha influido durante mucho tiempo en la espiritualidad cristiana, tanto para bien como para mal.
En su novela “Final Payments” (Pagos Finales), Mary Gordon expresa una ecuación o equiparación que ha influido durante mucho tiempo en la espiritualidad cristiana, tanto para bien como para mal.
Nos peleamos demasiado sobre el tema de Navidad, discutiendo sobre su significado.Para algunos, Navidad es algo para niños. Para otros, Navidad es todo lo contrario: Insistimos más bien en que la Navidad es una fiesta para adultos…
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
En la encarnación, en Navidad, Dios no entra en el mundo como un super-héroe que llega desplegando un gran poder y que erradica todos los males, de modo que lo único que tenemos que hacer es mirar, observar, gozar del espectáculo y quedarnos satisfechos ya que el mal llevó su merecido.
La familiaridad engendra desdén. También bloquea el misterio de Navidad, ya que genera una percepción de la vida que no permite ver la divinidad dentro de la humanidad.
Todos nosotros, en diferentes momentos de nuestra vida, nos encontramos solos, perdidos, perplejos, y tentados de despistarnos por un camino que no nos conducirá a la vida. En tales momentos necesitamos acercarnos a Dios con una oración decididamente honesta, franca y humilde.
Hay diferentes clases de soledad y diferentes clases de intimidad. Y sentimos malestar en muchas partes.
Todos nos esforzamos en proyectar una determinada imagen, en nuestra sociedad eso tiene un nombre: ser ‘frío’.
Nuestra sociedad normalmente nos invita en la dirección opuesta, a tomar el camino más trillado.
Es difícil celebrar correctamente. Queremos hacerlo, pero no sabemos cómo.
¿Has hecho alguna vez algo simplemente por principio, porque era lo que había que hacer, sabiendo que no podrías mostrarlo o explicarlo a nadie?