En la fe, Dios se conoce de esta manera: como una luz tan brillante que se percibe como oscuridad, como un amor tan universal que se percibe como indiferencia, y como una realidad tan real que se percibe como la nada.
En la fe, Dios se conoce de esta manera: como una luz tan brillante que se percibe como oscuridad, como un amor tan universal que se percibe como indiferencia, y como una realidad tan real que se percibe como la nada.
Hace cincuenta años, Kay Cronin, escribió un libro titulado, Cruz en el desierto, que es la crónica de cómo, en 1847, un pequeño grupo de misioneros Oblatos vino de Francia a América al noroeste del pacífico y, después de pasar amargas dificultades en el estado de Washington y Oregón…
En el núcleo de la experiencia, en el centro de nuestro corazón, hay anhelo. En todos los niveles, nuestro ser sufre dolores y vivimos llenos de tensiones.
"La Iglesia ha santificado pasiones extremas, bendijo el frenesí, ha aclamado la neurosis que había canalizado con anterioridad y nada, al parecer, podría detenerme en su puerta. Nada."
No podemos hacer que un momento de gracia suceda, sin embargo podemos trabajar en ponernos en una situación en la que ofrezcamos la menor resistencia para ser alcanzados por un momento de gracia.
Cuando era un joven seminarista, a finales de 1960, estaba muy interesado en los escritos de Andrew Greeley, un sacerdote de Chicago, que escribía libros sobre espiritualidad popular.
Si una persona hubiera ideado el cristianismo, no tendría en su mismo centro un concepto que fuera imposible de comprender o explicar: la idea de que Dios existe como uno, pero en tres personas.
Las palabras no siempre reflejan con fidelidad el corazón. Además, invariablemente las palabras nos fallan justamente cuando más las necesitamos, especialmente en situaciones de sentimientos profundos en las que la tragedia, la muerte y la traición nos dejan mudos.
La iglesia no comprende la pasión y el mundo no comprende la pureza. Éste es un axioma que un amigo mío utiliza con gusto para explicar por qué el paisaje moral en torno a la sexualidad es hoy como es: intransigente, polarizado y mal equipado para invitar a la gente a evaluar honestamente su vida sexual.
La paz que experimentamos en nuestra vida ordinaria nunca nos llega clara, sin sombra. Como decía el famoso escritor espiritual, Henri Nouwen, hay una cualidad de tristeza que impregna todos los momentos de nuestra vida, de forma que, aun en nuestros momentos más felices, sentimos algún vacío, hay algo que falta.
La gratitud es lo opuesto a la ira; y mostramos, en demasía, poca gratitud en nuestra vida. Generalmente estamos con más frecuencia enfadados que agradecidos, además, aun admitiendo que estamos enojados, tendemos a dar excusas y a racionalizar