En su monumental estudio del ateísmo, Michael Buckley sugiere que el ateísmo es, invariablemente, un parásito que se alimenta de una religión viciada. Se alimenta de una religión viciada, la acosan, y además como aves de rapiña la devoran.
En su monumental estudio del ateísmo, Michael Buckley sugiere que el ateísmo es, invariablemente, un parásito que se alimenta de una religión viciada. Se alimenta de una religión viciada, la acosan, y además como aves de rapiña la devoran.
Al famoso y tenaz psicólogo, Fritz Pearls, le preguntó un cristiano bien intencionado que si “él había sido salvado”. Él respondió diciendo, ¡todavía estoy tratando de averiguar cómo puedo ser útil!
En un magistral libro sobre la gracia, Piet Fransen sugiere cómo podemos examinarnos sobre lo bien entendemos la gracia…
Necesitamos dar a los pobres, no porque ellos no necesiten, aunque así sea, sino porque lo debemos hacer para vivir sanamente. Este axioma, enraizado en la escritura, nos enseña que dar a los pobres es algo que debemos hacer por nuestra propia salud.
Desgraciadamente en los tiempos que corren hay muchos caminos hacia el suicidio. Son muy pocos los que no hayan sido afectados profundamente cuando un ser querido se ha suicidado.
Karl Rogers en alguna ocasión sugirió que lo que es más íntimo en nosotros también es lo más universal. Su creencia era que muchos de los sentimientos privados de los que nos avergonzaríamos más para admitir el público son, irónicamente, los mismos sentimientos que, si se expresan, resuenan más profundamente dentro de la experiencia de los demás.
Hace veintiocho años, cuando comencé a redactar esta columna, escribí un trabajo que titulé “Atando y desatando dentro del Cuerpo de Cristo”. Entre todos los artículos que he escrito en todo este tiempo, éste fue probablemente el que más reacciones provocó.
No todos pueden explicar lo que significa para ellos la cruz o por qué decidieron llevarla; pero la mayoría siente básicamente que es un símbolo, quizás el símbolo más fundamental de profundidad, de amor, de fidelidad y de fe.
Tenemos que estar abiertos a una nueva empatía hacia aquellos cuya iglesia es diferente de la nuestra y a una comprensión más amplia de lo que significa pertenecer a una confesión o religión particular.
Es triste que tendamos a definir hoy la vida y su significado casi únicamente basados en la salud, productividad, ganancias o beneficios, y en lo que podemos contribuir activamente en beneficio de otros.
Dios nos tiene que aupar, tomar en sus brazos, como hace la madre con su hijo. Lo que se necesita es un abrazo físico. La piel necesita que la toquen. Dios sabe eso. Por eso Jesús nos dio la Eucaristía.