La eternidad tiene más clases de estancias que las que tiene este mundo.Este es un pensamiento existente en la cabeza del personaje de ficción creado por Marilynne Robinson, Lila, en su reciente novela.
La eternidad tiene más clases de estancias que las que tiene este mundo.Este es un pensamiento existente en la cabeza del personaje de ficción creado por Marilynne Robinson, Lila, en su reciente novela.
Es fácil confundir la piedad con la genuina respuesta que Dios quiere de nosotros, esto es, entrar en una relación de intimidad con Él y luego intentar ayudar a otros a tener la misma experiencia.
Durante los seis meses pasados, mientras me sometía a tratamiento por cáncer, estuve trabajando en horario reducido. Los tratamientos médicos, aunque algún tanto debilitantes, me dejaron aún bastante salud y energía para cargar con la obligaciones administrativas de mi actual ministerio, pero no me permitieron ninguna energía extra para dar clases u ofrecer conferencias, talleres o retiros fuera de mi residencia, cosa que hago normalmente.
Hoy, numerosos grupos y personas están desafiándonos respecto a nuestra relación con la madre tierra. Desde Green Peace, desde varios grupos medioambientales, desde diversos grupos cristianos y otros grupos religiosos, y desde diferentes voces individuales, viene el desafío de ser menos ciegos, menos irreflexivos y menos temerarios sobre la manera de relacionarnos con la tierra.
Una buena parte de nuestras vidas se satisface fantaseando, aunque, ciertamente, pocos de nosotros admitimos eso, e incluso menos de nosotros confesarían los contenidos de esas fantasías. Nos avergüenza admitir cuánto nos evadimos a la fantasía, y nos avergüenza más revelar el contenido de esas fantasías.
Casi todos nosotros nos preocupamos del envejecimiento, especialmente de cómo afecta a nuestros cuerpos. Nos preocupamos por las arrugas, las bolsas de los ojos, la grasa de la edad madura y la pérdida de cabello allí donde queremos tenerlo, o por tenerlo donde no lo queremos.
¡Un nuevo Hedonismo, eso es lo que nuestro siglo quiere! Oscar Wilde profetizó esto hace más de un siglo y, según parece, es ahí precisamente hacia donde hemos evolucionado en nuestro mundo occidental.
Hoy en día no atribuimos mucho simbolismo a los números. Se mantienen todavía algunos pocos vestigios (la mayoría supersticiosos) de otros tiempos, tales como considerar el número siete como fuente de fortuna y el trece como fuente de desdicha. Para la mayoría de la gente, para nosotros, los números son arbitrarios.
Entre los grandes cuentos o historias populares que circulan en el mundo, los más comunes, los mejor conocidos y perennemente intrigantes son los que tratan de héroes y heroínas.
Hace unos años, un amigo mío hizo a su novia una propuesta de matrimonio, muy diferente del estilo de Hollywood: Este amigo tenía entonces unos cuarenta y tantos años y había sufrido un buen número de desengaños decepcionantes, algunos de los cuales, según él mismo reconocía, eran culpa suya…
Los católicos estamos bastante familiarizados con los Credos, tanto el del Concilio de Nicea como el de los Apóstoles, los dos grandes compendios que sostienen y fijan nuestra fe. Sin ellos, con el tiempo vamos a la deriva, nos desviamos del camino y nos perdemos. Los credos nos asientan y nos mantienen firmemente anclados.