¡Soy una mística practicante! Una mujer dijo esto en una de mis clases, hace algunos años, y atrajo muchas miradas. Yo estaba dando una clase sobre misticismo y pregunté a los estudiantes por qué les interesaba el tema del misticismo.
¡Soy una mística practicante! Una mujer dijo esto en una de mis clases, hace algunos años, y atrajo muchas miradas. Yo estaba dando una clase sobre misticismo y pregunté a los estudiantes por qué les interesaba el tema del misticismo.
¿A dónde deberíamos dirigir nuestra mirada? ¿Hacia arriba, hacia abajo, o precisamente hacia el camino que estamos recorriendo? Bueno, hay diferentes clases de espiritualidades: Espiritualidades del Ascenso, Espiritualidades del Descenso y Espiritualidades de Mantenimiento, y todas son importantes.
Sospecho que todos nosotros estamos familiarizados con la famosa frase de Juliana de Norwich, ahora un axioma en nuestra lengua. Escribió una vez esta famosa frase:
Cuando los romanos idearon la crucifixión como su instrumento de pena capital, tenían en mente más que sólo dar muerte a alguien.
Hace varios años, en el espacio de preguntas y respuestas después de una conferencia pública, un joven más bien descontento me hizo una pregunta que llevaba un poco de intención: “Parece que Vd. escribe mucho sobre sexo”, dijo. “¿Tiene un problema particular con él?”
La mayoría de nosotros hemos sido educados para creer que tenemos el derecho a poseer todo lo que nos viene honradamente, tanto por nuestro propio trabajo como por legítima herencia. Sin importar lo cuantiosa que pueda ser la riqueza, es nuestra, con tal de que no defraudemos a ninguno a lo largo del camino.
Casi todos nosotros nos preocupamos del envejecimiento, especialmente de cómo afecta a nuestros cuerpos. Nos preocupamos por las arrugas, las bolsas de los ojos, la grasa de la edad madura y la pérdida de cabello allí donde queremos tenerlo, o por tenerlo donde no lo queremos.
Normalmente, a ninguno de nosotros le gusta sentirse triste, pesaroso o deprimido. Generalmente preferimos la luz del sol a la oscuridad, la jovialidad a la melancolía. Por eso, casi siempre hacemos todo lo que podemos para distraernos de la melancolía, para dejar los pesares y la tristeza acorralados. Tendemos a escaparnos de esos sentimientos que hay en nosotros y nos ponen tristes o nos asustan.
El camino a la unidad entre los cristianos radica en “cavar un pozo juntos”, esto es, en cada uno de nosotros, con nuestra propia tradición, convirtiéndonos más profundamente en el misterio de Dios y en todo que pide de nosotros. Cuando nos movamos más profundamente en el misterio de Dios, nos encontraremos más y más uno, como hermanos y hermanas en la fe.
Nunca se nos puede desafiar demasiado fuertemente a comprometernos con la justicia social. Una clave, no negociable, que reclama venir del mismo Jesús es precisamente el desafío a dedicarse a los pobres, los excluidos, a los que la sociedad estima prescindibles.
Es normal para nosotros ver la gracia y la bendición de Dios en lo que nos une. Sentimos naturalmente la presencia de la gracia en nuestro fundamento, sentimos una fuerte unión moral con otras personas, iglesias y credos. Esto, bíblicamente, es lo que define la familia.