Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Cada vez vamos teniendo más recelo de las palabras. Por todos sitios oímos decir a la gente: “¡Eso es sólo hablar! ¡Eso no es nada más que palabras vacías!”
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Hace treinta años, John Jungblut escribió un pequeño folleto titulado On Hallowing Our Diminisment. Es un opúsculo que sugiere maneras como podríamos forjar las humillaciones y adversidades que nos cercan…
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Una vez, durante un partido de béisbol en la escuela secundaria, un árbitro tuvo una decisión muy injusta contra nuestro equipo. Todo nuestro equipo se indignó y todos nosotros empezamos a gritar airadamente al árbitro, maldiciéndolo, insultándolo, expresando nuestra ira a voz en grito. Pero uno de nuestros compañeros de equipo no siguió la misma conducta.
Las historias que nos ofrece el Evangelio sobre el nacimiento de Jesús no son una simple repetición de los hechos que tuvieron lugar entonces en el establo de Belén. En sus comentarios sobre el nacimiento de Jesús, el renombrado erudito escriturista Raymond Brown destaca que estas narraciones fueron escritas mucho después de que Jesús ya había sido crucificado y había resucitado de entre los muertos, y que están influidas por lo que significan su muerte y resurrección.
Sospecho que nunca una generación en la historia ha experimentado tanto cambio como el que nosotros hemos experimentado en los últimos sesenta años. Ese cambio es no sólo en las áreas de la ciencia, la tecnología, la medicina, los viajes y las comunicaciones; es sobre todo en el área de nuestra infraestructura social, de nuestros comunales códigos de valores.
Hace algunos años, fui demandado por un obispo en relación a un artículo que yo había escrito. Estábamos conversando en su oficina, y el tono alcanzó de momento cierta tensión: “¿Cómo puede Vd. escribir algo semejante?”, preguntó. “Porque es verdad”, fue mi brusca respuesta.
Cuando al principio empecé a enseñar teología, soñaba con escribir un libro sobre la ocultación de Dios. ¿Por qué Dios permanece escondido e invisible? ¿Por qué Dios no se muestra sencillamente de un modo que nadie pueda cuestionar?
Este no un es buen tiempo para ser musulmán en el mundo occidental. Mientras la violencia perpetrada por grupos islámicos radicales tales como ISIS, Al Qaeda y Boko Haram viene a ser más y más prevalente, un inmenso número de gente se está volviendo paranoide a propósito de esto e incluso abiertamente hostil hacia la religión del Islam, viendo a todos los musulmanes como una amenaza.