Luz artificial
¿Qué utilidad tiene una vieja linterna de mano? Bueno, su luz puede ser muy útil en plena oscuridad, pero viene a ser superflua e imperceptible al sol del mediodía. Sin embargo, esto no significa que su luz sea mala, sólo que es débil.
El último buen criterio de la evolución
La evolución -expresó Charles Darwin en famosa afirmación- funciona por la supervivencia de los más aptos. La Cristiandad, por otra parte, está comprometida con la supervivencia de los más débiles. Entonces, ¿cómo cuadramos con la evolución nuestro ideal cristiano de hacer una opción preferencial por los débiles?
Rogar por los que no son de este redil. Carta abierta a los obispos católicos romanos
Queridos obispos: Les escribo como leal hijo de la Iglesia Católica, con un particular ruego: ¿Podrían añadir a nuestras actuales Plegarias Eucarísticas una explícita invocación por otras Iglesias Cristianas y por los que las gobiernan?
¿Quién soy yo para juzgar?
Quizás la sencilla frase del papa Francisco, tan frecuentemente citada, sea su respuesta a una pregunta que se le hizo vis-a-vis sobre la moralidad de un matrimonio gay en el que la relación presenta un amor fiel. Su molesta-famosa respuesta: ¿Quién soy yo para juzgar?
Principios para el diálogo interreligioso y sus actitudes
Vivimos en un mundo y en religiones que se dan también a la falta de respeto y la violencia. Virtualmente, todos noticiarios documentan hoy el uso generalizado del desacato y la violencia hechos en nombre de la religión, desacato hecho por causa de Dios (a pesar de lo extraña que puede parecer esa expresión). Invariablemente, esos que obran así ven sus actuaciones como sagradas, justificadas por una causa santa.
Dónde encontrar la resurrección
Hay cosas que necesitan una crucifixión. Todo lo que es bueno se lleva eventualmente chivos expiatorios y crucificados. ¿Cómo? Por ese curioso y perverso dictado, de algún modo innato en la vida humana, que asegura que siempre hay algo o alguien a quien no se debe dejar en paz, sino, por razón de sí mismo, se debe buscar hasta dar con él y atacar lo que tiene de bueno.
Nuestro anhelo de la inmortalidad terrenal
Compartimos el mundo con más de siete mil millones y medio de personas, y cada uno de nosotros tiene el indomable e innato sentimiento de que somos especiales y destinados de una manera única. Esto no es sorprendente, ya que cada uno de nosotros es verdaderamente único y especial. Pero ¿cómo se siente uno especial entre otros siete mil millones y medio?
El celibato, revisitado
Escribir en primera persona siempre resulta un riesgo, pero el tema de esta columna es mejor hacerlo -siento yo- a través del testimonio personal. En un mundo donde la castidad y el celibato son vistos como ingenuos y dignos de compasión, y donde existe un general escepticismo de que alguien los viva realmente, el testimonio personal es quizás la protesta más efectiva.
Nuestro pecado más común
Clásicamente, el Cristianismo ha catalogado siete pecados como “mortales”, significando que casi todo lo demás no virtuoso que hacemos toma su raíz, de alguna manera, en una de estas congénitas tendencias. Estos son los odiosos siete pecados: orgullo, codicia, lujuria, envidia, gula, ira y pereza.
Fe y superstición
El poder de una cláusula subordinada, un matiz en una frase… y todo adquiere un significado diferente. Ese es el caso que se da en una reciente novela, brillante pero provocativa, The ninth hour (“La hora nona”), de Nina McDermott. Cuenta una historia que, entre otras cosas, se centra en un grupo de monjas de Brooklyn que trabajan con los pobres.
¿Cómo actúa Dios en nuestro mundo?
Hay una singularidad en los evangelios que pide una explicación: Jesús -según parece- no quiere que la gente conozca su verdadera identidad como el Cristo, el Mesías. Continúa avisando a la gente que no revele que él es el Mesías. ¿Por qué?





