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Sin padre en lo profundo de nuestro ser

Sin padre en lo profundo de nuestro ser

Los antropólogos nos dicen que el “hambre de padre”, un deseo frustrado de ser acogido por nuestros propios padres, es una de las más profundas hambres que hay en el mundo de hoy, especialmente entre los hombres.

Cómo reaccionamos ante la crítica y la oposición

Cómo reaccionamos ante la crítica y la oposición

¿Habéis observado alguna vez cómo reaccionamos espontáneamente ante una amenaza percibida? Encarada una amenaza, nuestros instintos primarios tienden a tomar posesión, e instantáneamente nos bloqueamos y empezamos a cerrar todas las puertas que abren a la cercanía, amabilidad y empatía que hay en nosotros.

Nuestra timidez ante la abundancia de Dios

Nuestra timidez ante la abundancia de Dios

Mi juventud tuvo sus fortalezas y sus debilidades. Crecí en una casa de campo en el corazón de las praderas canadienses, inmigrante de segunda generación. Nuestra familia era numerosa, y la pequeña casa de campo en que vivimos nos dio lo suficiente para seguir viviendo, aunque no más.

Venga tu Reino, pero aún no

Venga tu Reino, pero aún no

A un amigo mío le gusta reírse de sus peleas a propósito del crecimiento. “Cuando yo estaba en la década de mis veinte años -se mofa- me imaginé  que, para cuando tuviera cuarenta, habría crecido lo bastante para desprenderme de mis malos hábitos.

Recelar de nuestra propia madurez

Recelar de nuestra propia madurez

Nuestros cuerpos y nuestras almas tienen por separado su proceso de madurez, y no siempre están en armonía. Así, T. E. Laurence, en “Los siete pilares de la sabiduría”, hace este comentario sobre alguien: “Tenía miedo de su madurez conforme profundizaba más, con su maduro pensamiento y acabado arte, pero a la que le faltaba la poesía de la infancia para hacer vivo un final completo de la vida… su condicionada y mortal alma madurando más rápidamente que su cuerpo, iba a morir antes que él, como la mayoría de las nuestras”.

Diez secretos para alcanzar la felicidad

Diez secretos para alcanzar la felicidad

Todos nosotros alimentamos nuestro propio sueño secreto de lo que nos traerá la felicidad, y con frecuencia esa fantasía está en lucha con lo que conocemos ser verdadero a un nivel profundo. ¿Qué es lo que nos hará felices?

Entender la gracia más profundamente

Entender la gracia más profundamente

La señal de la genuina contrición no es una sensación de culpa,  sino un sentimiento de dolor, de pesar por haber tomado un giro equivocado; igual que la señal de vivir en gracia no es una sensación de nuestro propio mérito, sino un sentimiento de ser aceptados y amados a pesar de nuestra indignidad. Estamos sanos espiritualmente cuando nuestras vidas están marcadas por la sincera confesión y la sincera alabanza.

Deseo iniciado

Deseo iniciado

A veces, rezando los Salmos, me quedo atrapado mirando un poco incómodamente un espejo que me refleja mi propia aparente falta  de honradez. Por ejemplo, rezamos estas palabras en los Salmos: Por la noche mi alma suspira por ti. …Como un ciervo que anhela corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, Dios mío. …¡Por ti solo suspiro! ¡De ti solo estoy sediento!

¿A quién podemos ir?

¿A quién podemos ir?

¿A quién iremos? Tú tiene el mensaje de vida eterna. Pedro dice estas palabras a Jesús. Pero son dichas en un contexto muy conflictivo: Jesús acababa de decir algo que contrarió y ofendió a su audiencia, y los evangelios nos dicen que todos se marcharon  quejándose de que lo que Jesús estaba enseñando era “intolerable”…

Ser de buen corazón no es suficiente

Ser de buen corazón no es suficiente

La caridad consiste en ser de buen corazón, pero la justicia consiste en algo más. La capacidad individual de compartir los sentimientos de otros es buena y virtuosa, pero no cambia necesariamente las estructuras sociales, económicas y políticas, que inmolan injustamente a ciertas personas y privilegian indebidamente a otras. Necesitamos ser justos y buenos de corazón, pero necesitamos también tener una política justa y buena.

La Cristiandad y la fatiga de mediodía

La Cristiandad y la fatiga de mediodía

Existe una opinión popular que sugiere que puede ser útil comparar cada siglo de existencia de la Cristiandad con un año de vida. Eso le situaría a la Cristiandad con 21 años de edad, una joven de 21 años, lo bastante crecida para mostrar una madurez básica, pero aún lejos de ser un producto acabado. ¿Qué grado de perspicacia tiene esta opinión?