Completando el círculo – De los libros de cuentos a la espiritualidad
Mi primer amor fue la literatura, las novelas y la poesía. De niño, me encantaban los libros de cuentos, misterios y aventuras. En la escuela primaria, me hicieron aprender de memoria poemas y me gustaba el ejercicio. La segunda enseñanza me introdujo en una literatura más seria: Shakespeare, Kipling, Keats, Wordsworth, Browning. Como algo extraordinario, todavía leo libros de cuentos, historias de vaqueros del viejo Oeste, tomadas del anaquel de mi padre.
La desesperación como debilidad más bien que pecado
Clásicamente, tanto en el mundo como en nuestras iglesias, hemos visto la desesperación como el pecado más grave e imperdonable. La simple opinión era que ni Dios ni ningún otro te puede salvar si tú simplemente te rindes, te desesperas, te haces incapaz de esforzarte. Casi siempre en la mente popular esto fue aplicado al suicidio.
Un libro extraordinario
Se afirma que Dorothy Day indicó una vez: No me llaméis santa. ¡No quiero ser desechada tan fácilmente! Una nueva biografía sobre ella escrita por su nieta Kate Hennessy (Dorothy Day – El mundo será salvado por le belleza: Un retrato íntimo de mi abuela), andará -creo yo- un largo camino previniendo a alguien de convertir a Dorothy Day -que pronto será canonizada por la iglesia- en lo que ella se temía, una santa de escayola que puede ser piadosamente idolatrada y luego no ser tomada en serio
Llegar a ser un mendigo santo
A excepción de la Escritura y de unos pocos místicos cristianos, la espiritualidad cristiana, hasta ahora, ha sido remisa en regalarnos una perspectiva para los años de nuestro retiro. La razón de eso no es ningún misterio. Hasta hace poco, la mayoría de la gente moría poco después de la jubilación, y así, pasados nuestros años activos, no había necesidad de una espiritualidad altamente desarrollada de la generatividad.
Quinientos años de incomprensión
Recientemente firmé una tarjeta para un amigo -un devoto bautista- cuya educación supuso cierto recelo de parte de los católicos romanos. Eso es algo con lo que él aún lucha; ¡pero todos nosotros no! La historia infecta por fin nuestro ADN. ¿Quién de nosotros está enteramente libre de recelo de lo que es religiosamente diferente de nosotros? Y ¿cuál es el remedio?
La tumba vacía
Creyentes y no creyentes han estado debatiendo por igual sobre la resurrección desde el día en que resucitó Jesús. ¿Qué sucedió realmente? ¿Cómo fue resucitado de entre los muertos? ¿Volvió a la vida en realidad un cuerpo verdaderamente muerto y salió de la tumba, o fue la resurrección un monumental acontecimiento que cambió la vida en la conciencia de los seguidores de Jesús? ¿O la resurrección fue ambas cosas, un verdadero acontecimiento físico y un acontecimiento que se dio en la conciencia de los seguidores?
La gracia en la pasividad
Una amiga mía cuenta esta historia. Creció con cinco hermanos y un padre alcohólico. El efecto del alcoholismo de su padre fue devastando a su familia.
El dolor como ejercicio espiritual
En un interesante libro, La voz interior del amor, escrito mientras estaba en una profunda depresión emocional, Henri Nouwen comparte estas palabras: “El gran desafío es experimentar y sobrevivir a tus heridas en vez de pensarlas.
La llegada de refugiados, antiguos y nuevos
La congregación religiosa a la que pertenezco, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, ha tenido una larga relación con los pueblos indígenas de Norteamérica.
Crear y mantener espacio para nuestra aflicción
Hace algunos años asistí en un fin de semana a un retiro dado por una mujer que no escondía el hecho de que no poder tener hijos constituía una profunda herida en su vida. Así que ofrecía retiros sobre el dolor de no poder tener hijos.
Jesucristo: la persona y el misterio
Tendemos bastante naturalmente a pensar en la palabra “Cristo” como el segundo nombre de Jesús. Pensamos en el nombre “Jesucristo” como pensamos en nombres como “Susan Parker” o “Jack Smith”. Pero eso es una malsana confusión. Jesús no tuvo un segundo nombre.







