Liturgia viva Viernes de la V Semana del Tiempo Ordinario – Año Par

Fecha

10 Feb 1971
Finalizdo!

CAPACES DE OÍR   (Gen 3,1-8; Mc 7,31-37)

Introducción
¿Por qué peca la gente? Según el autor del Génesis, el pecar no es natural en los seres humanos: ellos fueron creados “buenos”. Pero, hasta donde la memoria nos alcanza, parece como que los hombres se han rebelado contra Dios, como que querían ser sus propios dueños, para decidir por sí mismos lo que ellos querían. Esto queda reflejado aquí, en la Primera Lectura,  en forma de historia, que expresa al mismo tiempo  nuestra solidaridad en el pecado.

Oración Colecta
Oh Dios Salvador  nuestro:

Tu Hijo Jesús hizo oír a los sordos
y hablar a los mudos.
Haz que nos percatemos
de que con frecuencia nosotros también somos
tartamudos y duros de oído.
Abre nuestros oídos al mensaje de tu Hijo
para que sacuda nuestros corazones y cambie nuestras vidas.
Suelta nuestras lenguas para proclamar las maravillas
que tú haces por nosotros
por medio de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador,
por los siglos de los siglos.

Evangelio. Una señal de que Jesús es el Salvador Prometido es que él primera y primariamente se dirige a los pobres, a los enfermos, a los marginados, porque son los que más le necesitan. No nos referimos solo a pobreza material. — Nosotros seguramente somos los sordos y los mudos, los duros de oído y los tartamudos, enclaustrados dentro de nosotros mismos, cerrados con frecuencia a Dios y a los hermanos. Jesús viene para abrir nuestros oídos y nuestras bocas a las palabras y a las obras maravillosas de Dios, para que podamos escuchar su mensaje salvador y responder generosamente a su amor, y para que sepamos escuchar también los gritos angustiosos de los pobres y llevarles el mensaje de amor.  — Notemos que este milagro descrito en el evangelio de hoy ocurre también en territorio pagano.  Que ojalá Jesús nos cure en esta eucaristía, y nos mueva a comprometernos con Dios y a entregarnos a los hermanos.

Intenciones

  1. Por todos los miembros de la Iglesia, para que no solamente amemos a los pobres y cuidemos de ellos, sino que tengamos suficiente valor para protestar y defenderlos con energía cuando sean injustamente oprimidos, roguemos al Señor.
  2. Por los educadores de la fe  -sacerdotes, religiosas, catequistas, maestros-,  para que ellos mismos escuchen sapiencialmente la palabra de Dios y después sepan transmitirla con convicción, fervor y amor, roguemos al Señor.
  3. Por los que se muestran sordos y ciegos para sus hermanos, sus necesidades y su amor, para que sus ojos y corazones se abran a los tesoros de un amor comprometido y de un generoso compartir, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas.
Señor Dios nuestro, Padre misericordioso:
Tú preparas la mesa de tu Hijo
para ricos y pobres por igual.
Por la fuerza de este pan de vida
no permitas que permanezcamos sordos
a tu voz desgarrada, que clama
desde las necesidades de los pobres y oprimidos.
Enséñanos y ayúdanos a  dirigirnos a ellos
no sólo  con palabras de compasión
sino sobre todo con obras de justicia,
de aprecio de su dignidad y de amor.
Que éste sea el signo y señal
de que tu Hijo Jesús vive entre nosotros,
él que es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Dios salvador nuestro:
En tu Hijo Jesucristo tú has elegido
a los que son pobres y débiles en este mundo
para hacerlos ricos en fe y en amor
y para ser herederos de tu reino.
Jesús todo lo hizo bien. Nosotros queremos seguirle.
Dígnate hablar con fuerza por medio de nosotros
–que una vez éramos timoratos
y nos quedábamos cortados por la timidez–,
con obras de misericordia y esperanza,
ya que nos has sanado y liberado a todos
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Jesús ha estado con nosotros en esta celebración eucarística para sacudirnos y sacarnos de nuestro aislamiento y para abrirnos, con respeto y amor, a Dios y a nuestro prójimo, es decir, a todos. Que, como Jesús, nos hagamos disponibles, sobre todo para servir a los más pobres entre nosotros, de tal modo que puedan ellos sentir que, junto con Dios, nosotros también  nos preocupamos y cuidamos de ellos. Que el Señor, con su bendición, nos dé esa apertura a los hermanos. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.

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