Liturgia Viva del XVII Domingo del Tiempo Ordinario
Hablando a Nuestro Padre
 Saludo (Ver Rom. 8,14-15)
 Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios
 son hijos e hijas de Dios.
 Hemos recibido un Espíritu
 que nos hace hijos de Dios
 y que nos permite llamar a Dios: ¡Abbá, Padre!
 Que ese Espíritu esté siempre con ustedes.
 Introducción por el Celebrante
 La primera oración larga que aprendimos de niños, y que todavía rezamos con más frecuencia, es sin duda el “Padre Nuestro”. ¿Es esa oración para nosotros más que una simple fórmula? ¿Es para nosotros, como lo fue para Jesús, una palabra de afecto y de ternura, y un grito de confianza y de relación íntima con Dios Padre? — Estamos aquí ahora con Jesús ante nuestro Padre del cielo, y, sintiendo al Espíritu en nuestros corazones, clamamos gozosos y confiados: “¡Padre, Padre nuestro!”.
 Acto Penitencial
 “Perdona nuestras ofensas 
 como nosotros perdonamos 
 a los que nos ofenden”…
 ésta será hoy nuestra oración en la eucaristía.
 (Pausa)
 Señor Jesús, tú nos enseñaste
 que Dios es nuestro Padre,
 que nos ama y perdona,
 con quien podemos hablar con toda confianza:
 R/ Señor, ten piedad de nosotros.
 Cristo Jesús, tú nos has convocado hoy juntos
 para dar contigo gracias y alabanza
 a nuestro Padre del cielo:
 R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
 Señor Jesús, tú nos otorgaste perdón
 y nos anuncias que ha llegado ya 
 la hora de reconciliarnos 
 y de vivir en paz unos con otros.
 R/ Señor, ten piedad de nosotros.
 Ten misericordia de nosotros, Señor, 
 y borra de nosotros todos nuestros pecados.
 Haznos mensajeros de tu perdón y tu paz
 y llévanos a la vida eterna.
 Oración Colecta
 Oremos con toda sencillez a nuestro Padre del cielo
 como Jesús mismo nos enseñó.
 (Pausa)
 Oh Dios y Padre nuestro:
 Nosotros también pedimos a tu Hijo
 que nos enseñe a orar
 y él nos ha dicho que te hablemos con toda confianza.
 Haznos suficientemente audaces 
 para rogarte con insistencia,
 para seguir pidiendo lo que necesitamos 
 hasta que en tu bondad
 te dignes otorgárnoslo,
 y para seguir buscando hasta encontrar.
 No permitas que nos olvidemos de rogar también 
 por las necesidades de nuestros hermanos
 y, antes que nada, 
 por las cosas realmente importantes, como son:
 tú, tu voluntad y tu reino.
 Te lo pedimos en nombre de Jesús, nuestro Señor.
 Primera Lectura (Gn 18,20-32): Oración Insistente y Confiada
 Ante la oración insistente de Abrahán, el Dios justo está dispuesto a perdonar a las ciudades pecadoras en consideración a un puñado de gente buena y justa.
 
 Segunda Lectura (Col 2,12-14): Cristo, Nuestro Mediador
 Nos hemos salvado por la oración en acción: la muerte y resurrección de Jesucristo. Hemos llegado a ser uno con él en el bautismo.
 Evangelio (Lc 11,1-13): Hijos Que Hablan a su Padre
 Antes de que Jesús enseñara a sus discípulos cómo y por qué orar, se reveló a ellos como un hombre de oración.
 Oración de los Fieles
 Oremos a nuestro Padre del cielo tal como él nos enseñó: con plena confianza. Y digamos: 
 R/ Señor, escucha nuestra oración.
- Oremos por el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y todos los hombres y mujeres comprometidos en la Iglesia, para que oren por el Pueblo de Dios en espíritu y en verdad, y demuestren la sinceridad de su oración por lo que dicen y, sobre todo, por lo que hacen para el bien del pueblo. Y así decimos:
- Oremos para que aprendamos a ser constantes en la oración, de forma que nunca se seque la fuente de nuestra fuerza y nosotros vivamos y trabajemos en la presencia de Dios. Y así decimos:
- Oremos por todos los cristianos y por todos los hombres, para que la oración no resulte para ellos una alienación o una huída de la vida o de su participación activa en favor de los necesitados. Y así decimos:
- Oremos por todos nosotros para que no busquemos una falsa seguridad personal acumulando y utilizando en nuestra oración palabras redundantes, y que tengamos el valor de confrontarnos con nosotros mismos con toda sinceridad ante Dios. Y así decimos:
- Oremos también para que aprendamos de Cristo a pedir primero las cosas importantes, a dar prioridad a cosas fundamentales, como la venida del Reino de Dios y el bien común del Pueblo de Dios. Y así decimos:
Padre nuestro, abre nuestros ojos y oídos a ti, a nosotros mismos y a nuestros hermanos, para que sepamos qué dones pedir, y para que estemos dispuestos a acoger tu respuesta a nuestra oración, aun cuando sea diferente a nuestras propias expectaciones. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
 Oración sobre las Ofrendas
 Padre nuestro del cielo:
 Tú estás siempre accesible y dispuesto; 
 por eso te presentamos ahora este pan y este vino.
 Que esta eucaristía y todas nuestras oraciones 
 sean para nosotros una ocasión
 de profundizar nuestra relación filial contigo,
 de comprenderte mejor y de amarte más profundamente,
 de entendernos mejor a nosotros mismos 
 y de amar mucho más a los hermanos, 
 por mediación de la oración 
 de Jesucristo nuestro Señor.
 Introducción a la Plegaria Eucarística
 Con frecuencia olvidamos una forma de oración, quizás la más importante de todas: a saber, la de alabanza y de acción de gracias a Dios. En la Plegaria Eucarística nos unimos a Cristo mismo que da perfecta gloria y alabanza a nuestro Padre.
 Invitación al Padre Nuestro
 Con nuestro Señor Jesucristo
 llamémosle Padre nuestro a Dios 
 y pidámosle todo lo que necesitamos.
 R/ Padre nuestro…
 Líbranos, Señor
 Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días. 
 Guárdanos libres de todo pecado 
 y protégenos del miedo,
 de la rutina y del desaliento 
 cuando nos dirigimos a ti en oración.
 Ayúdanos a trabajar con alegría y esperanza 
 por tu reino y por la venida gloriosa entre nosotros 
 de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
 R/ Tuyo es el reino…
 Invitación a la Comunión
 Éste es el Señor que nos dice:
 Pidan y recibirán;
 busquen y encontrarán;
 llamen y la puerta se les abrirá.
 Dichosos nosotros invitados
 al banquete eucarístico del Señor
 y a recibirle como pan de vida eterna.
 R/ Señor, no soy digno…
 Oración después de la Comunión
 Padre nuestro que estás en el cielo:
 Te damos gracias por habernos dado a tu Hijo
 en esta celebración eucarística. 
 Danos la gracia de aprender de él
 no solamente a orar,
 sino también a emparejar 
 nuestras obras con nuestras palabras.
 Que nuestra oración nos impulse 
 a comprometernos más profundamente 
 a llevar a todos perdón, justicia y amor,
 y así todos alaben tu nombre
 ahora y por los siglos de los siglos.
 Bendición
 Hermanos: El Señor nos ha proclamado su palabra tranquilizadora: 
 Pidan y recibirán.
 El Padre nos dará lo que necesitemos. 
 Que Dios todopoderoso esté siempre con nosotros y nos bendiga con todos sus buenos dones, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
 y que su bendición nos acompañe siempre.          
 
				 
                    
