Liturgia Viva del XVI Domingo del Tiempo Ordinario
Siéntanse Como en Su Casa
Saludo (Ver Segunda Lectura)
En esta asamblea cristiana
se nos proclama el misterio de Dios.
Ese misterio es Cristo en medio de nosotros.
Él nos proclama su palabra de sabiduría.
Sepamos escuchar sus palabras
y que él, Jesús el Señor, esté con ustedes.
Introducción por el Celebrante
Bienvenidos de corazón, todos ustedes, en este domingo de la hospitalidad. Es sorprendente cómo personas pobres y humildes pueden ser con frecuencia muy hospitalarias con otros. Ofrecen a sus huéspedes comida y bebida que ellos mismos no pueden permitirse. ¿Somos nosotros acogedores para el huésped, para el extraño? Abramos nuestras puertas y nuestros corazones. Es quizás Jesús mismo quien viene a nuestro hogar. San Benito aconsejaba a sus monjes: “Viene el huésped, viene Cristo; acójanle”. Seamos atentos para con él. Y recordemos lo acogedor que es Jesús para con nosotros, precisamente aquí, en la eucaristía.
Acto Penitencial
Jesús es nuestro anfitrión y nuestro huésped.
Con frecuencia dejamos de reconocerle
cuando se acerca a nosotros
como nuestro huésped
en la persona de nuestros hermanos.
Pidámosle sinceramente que nos perdone.
(Pausa)
- Señor Jesús, no permitas que nos olvidemos de ti en medio del bullicio y ajetreo loco de nuestra vida: R/ Señor, ten piedad de nosotros.
- Cristo Jesús, danos la gracia de ver que eres tú a quien acogemos cuando recibimos a nuestros huéspedes. R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
- Señor Jesús, danos también la gracia de escucharte cuando nos hablas por medio de nuestros hermanos. R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, cúranos con tu mano sanadora y perdona todos nuestros pecados. Sé nuestro huésped y compañero
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que seamos hospitalarios y acogedores
de Dios y de los hermanos.
(Pausa)
Oh Dios nuestro y Padre amoroso,
tú nos has invitado a estar contigo en esta eucaristía,
a escuchar el mensaje de Jesús, tu Hijo,
y a aceptar de él tu paz y tu amor.
Que sepamos nosotros acogerle con entusiasmo
y aprendamos de él también a recibirle y acogerle
en los que acuden a nosotros
buscando perdón, un poco de calor humano,
paciencia, esperanza y alegría.
Que no pasen de largo ante nosotros estos hermanos necesitados.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Gn 18,1-10a): No Pases de Largo ante Tu Siervo
Abrahán acoge al extraño con exquisita hospitalidad, sin saber, al principio, que está recibiendo a Dios mismo. Dios da a Abrahán más de lo que Abrahán pudiera dar a Dios: el hijo de la promesa.
Segunda Lectura (Col 1,24-28): Háganse Perfectos en Cristo
Pablo está contento de sufrir por Cristo y de darlo a conocer a muchos otros. Quiere que Cristo habite en todos, que todos se hagan perfectos en Cristo.
Evangelio (Lc 10,38-42): María Ha Escogido la Mejor Parte
Marta y María acogen a Jesús en su casa como su huésped. María se preocupa por dar a su huésped todo lo que necesita; María está atenta a él como persona; le da su atención personal y recibe su palabra.
Oración de los Fieles
Abrahán acogió a los tres desconocidos, y Marta y María fueron hospitalarios con el Señor. Sus visitantes los cambiaron a todos ellos. Roguemos para que nosotros también seamos acogedores, y digamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.
- Para que la Iglesia de Jesús sea un hogar acogedor para todos los pueblos y culturas y se enriquezca por ellos, roguemos al Señor.
- Para que aprendamos a reconocer al Señor en los rasgos de un extraño o desconocido, y le acojamos como recibiríamos al Señor mismo, roguemos al Señor.
- Para que, como María, sepamos acoger con sumo interés la palabra del Señor que nos habla, y transmitir a otros su Buena Nueva de salvación, roguemos al Señor.
- Para que sepamos acoger lo mejor que nos dan nuestros hermanos y hermanas, aun antes de compartir con ellos lo mejor que nosotros tenemos, roguemos al Señor.
- Para que en ésta, y en todas las demás comunidades cristianas, los hermanos se sientan cómodos, unos con otros, y se sirvan mutuamente con bondad y generosidad, roguemos al Señor.
Señor Dios nuestro, danos a cada uno de nosotros un corazón atento a ti y que sepa oír lo que los hermanos necesitados intentan decirnos incluso cuando no hablen. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre nuestro:
Queremos acoger a Jesús tu Hijo
en estas ofrendas de pan y vino.
Ábrenos a su palabra, y a su mentalidad y actitudes.
Prepáranos para acogerle en nuestros hermanos
y para encontrarle en sus personas,
aun cuando él venga en diferente tiempo
y de diferente forma a como lo esperamos
Enriquécenos al dar y al recibir los unos de los otros
tu don más valioso para todos nosotros,
Jesucristo nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
En la eucaristía Jesús es nuestro anfitrión y a nosotros, sus huéspedes, nos colma con su fortaleza y su amor. Alabemos y demos gracias al Padre por ello.
Invitación al Padre Nuestro
Con Jesús, Señor nuestro,
oremos a nuestro Padre del cielo
para que estemos siempre abiertos a su voluntad
y a los valores del Reino.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz en nuestros días.
Líbranos de todo pecado
y ayúdanos a reservar tiempo
para escuchar, atender y servir generosamente
a nuestros hermanos.
Protégenos de toda ansiedad
mientras nos preparamos con gozosa esperanza
para la venida en gloria
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión (Ap 3,20)
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice:
“Mira que estoy a la puerta llamando.
Si uno escucha mi llamada
y abre la puerta,
entraré en su casa
y cenaré yo con él y él conmigo”.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tú has venido a nosotros en la persona de tu Hijo
para ser nuestro huésped.
En nuestra vida cotidiana, haz que estemos siempre abiertos a cualquier hermano necesitado;
ayúdanos a reconocerte y a acogerte
como encarnado en todos los que se nos acerquen.
En cada encuentro humano
ofrécenos tu gracia y amor,
por medio de Jesucristo tu Hijo,
que vive contigo y también permanece con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: En esta celebración eucarística hemos sido los huéspedes del Señor. Él ha sido muy acogedor escuchándonos, repitiéndonos sus cálidas palabras de amistad.
Él nos envía ahora en misión para que seamos a la vez huéspedes y anfitriones los unos de los otros.
Y reciban ustedes ahora la bendición del Señor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.