Liturgia viva del viernes. san isidro labrador, memoria obligatoria
COMO YO LES HE AMADO
(Hch 15,22-31; Jn 15,12-17)
Introducción
“Ámense como yo les he amado”. Estas palabras del Señor nos resultan un poco incómodas. Es relativamente fácil amar a Dios, aunque con frecuencia nos parece que él está lejos; al menos pensamos que es fácil amarle. Pero se nos antoja muy difícil amar a todos y cada uno de nuestros hermanos, a todos sin excepción, incluso al vecino que desquicia nuestros nervios, al antipático cascarrabias de la puerta de al lado, a la peste aburrida que en el trabajo no nos deja pegar golpe, o al mendigo desaliñado y andrajoso que es demasiado haragán para trabajar… -¡son tan diferentes a nosotros!-; quizás pudiéramos amarles más y mejor, si no estuvieran tan cerca de nosotros. Y hasta nos parece que amarles como el Señor nos ama, con el mismo amor que se olvida de sí mismo y se sacrifica, es mucho exigir. Nosotros no los elegimos a ellos. Ellos y Dios nos escogieron para que nos hiciéramos sus prójimos. Pero el Señor nos eligió a todos, nos tomó y aceptó tal como somos, y nos llamó amigos. — La Iglesia de origen judío aceptó como hermanos a los que procedían del mundo pagano. No fue fácil para ellos.
Oración Colecta
Pensamos que es bastante fácil amarte a ti,
pero amar a todos los que nos rodean,
con todos sus defectos molestos,
con frecuencia nos parece
algo por encima de nuestras fuerzas.
Haznos conscientes, Señor,
de que tú nos has aceptado tal como somos
y aun así nos amas sin reserva.
Danos fuerza para ser pacientes con todos,
para comprenderlos y amarlos,
y para elegirlos como nuestros hermanos y hermanas,
porque tú nos has elegido a todos como amigos
y eres nuestro Dios y Señor
por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Señor, haz que amemos, contigo y como tú, a los que humana y superficialmente juzgamos indignos de ser amados. Y así te decimos:
- Señor, haz que amemos, contigo y como tú, a tantos y tantas que han experimentado muy poco cariño y amor en sus vidas. Y así te decimos:
- Señor, danos a nosotros y a todos tus discípulos una gran capacidad de amar como tú, con ternura, paciencia, disponibilidad para excusar y perdonar.
Y así te decimos:
Oración sobre las Ofrendas
Tu Hijo Jesucristo dijo
que no hay mayor amor
que entregar su vida por sus amigos;
y eso es precisamente lo que él hizo.
Queremos recibir de él suficiente fortaleza,
ya que aquí y ahora él se nos entrega de nuevo
como pan de vida y bebida de salvación.
Con la fuerza de su presencia
querríamos no poner límites a nuestro amor
y ser capaces de preferir
a los que no tienen ni nombre ni bienes,
a los pobres, afligidos y marginados,
para que nuestro amor sea
tan generoso y altruista
como el del mismo Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Acepta nuestra sincera acción de gracias
por el amor y amistad con que nos regalas,
ofrecidos de nuevo por Jesucristo, tu Hijo,
en esta celebración eucarística.
Que él permanezca siempre con nosotros
para ayudarnos a superar nuestro egoísmo
y para saber encontrar a otras personas
y acogerlas en su “alteridad”
con respeto y simpatía,
para que encontremos en ellas
a Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Dios nos eligió en Cristo como hermanos, hermanas y amigos. De este modo él te reveló a ti
y se reveló a sí mismo a nosotros como un Dios de amor generoso.
Para que nuestro amor llegue a ser tan gracioso y gratuito como el de Jesús, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.