Liturgia Viva del Santa Catalina de Siena.
Introducción
¡Qué personalidad tan rica! Esta mujer valerosa llegó a ser doctor de la Iglesia. Terciaria Dominica, era en Siena la líder de una especie de “movimiento carismático”, con un estilo de vida totalmente evangélico. Aunque muy agradable y alegre, se sentía muy triste al ver a la Iglesia sufriendo, porque el Papa Gregorio XI con sus cardenales se había trasladado de Roma a Aviñón, Francia, lo que finalmente condujo al así llamado “Cisma de Occidente”, que dividió a la Iglesia por mucho tiempo, con Papas y anti-papas. Ella fue personalmente al Papa, le regañó “por su falta de visión” y le convenció de volver a Roma. Murió a los 33 años de edad. En ella encontramos a una persona absolutamente excepcional que fue: asceta, mística, carismática, estigmatizada, doctora de la Iglesia.
Oración Colecta
Oh Dios poderoso y sapientísimo:
Te pedimos que, como Santa Catalina de Siena,
saquemos fortaleza, sabiduría y celo
de un intenso contacto contigo
por medio de una vida sobria, oración profunda
y contemplación de la cruz.
Haznos lo bastante audaces y resueltos
para confrontar con valentía
aun a los poderosos de este mundo y de la Iglesia,
con humilde fortaleza que sólo busca
el bien del Pueblo de Dios.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Celebramos con pan y vino
el sacrificio de tu Hijo Jesús.
Que esa oblación provoque en nosotros
una entrega más profunda al bien de tu Iglesia,
para que, como Santa Catalina de Siena,
aprendamos a percibir a la misma Iglesia
no como algo ajeno y exterior a nosotros,
sino como una parte viva de nosotros mismos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Hemos escuchado las palabras de Jesús,
nuestro maestro y Señor.
Te pedimos que no tengamos miedo
de ninguna renovación que hayamos de realizar
en nosotros mismos y en la Iglesia,
y concédenos que el cambio profundo
comience en nosotros
por una fe rejuvenecida,
una vida de oración más profunda,
y una voluntad resuelta para realizar
lo que percibamos ser tu deseo y voluntad.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.