Liturgia viva del San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia
DIOS SALVA A LOS POBRES
(Is 41,13-20; Mt 11,11-15)
Introducción
Es alentador oír, en estos días de Adviento, un fuerte y repetido mensaje de ánimo y aliento. En esto es precisamente en lo que creemos, si confiamos en la cercanía de Dios en la persona de su Hijo Jesucristo. Cuando la gente es pobre y vive afligida, Dios está cerca como su Salvador, es decir, Dios es alguien que está vinculado a ellos con lazos íntimos de afecto, y que con toda seguridad vendrá a asistirles. Los pobres son los que confían en él. Él les promete un nuevo paraíso. Aun los más pequeños en su reino son más grandes que el mayor y último de los profetas, Juan el Bautista.
Oración Colecta   
Señor Dios nuestro: 
Tú no abandonas a los que confían en ti.
Tómanos de la mano cuando tengamos miedo, 
ayúdanos cuando te llamemos a voz en grito, 
porque tenemos experiencia de que somos impotentes
para establecer en este mundo tu reino de justicia y amor.
Envíanos hoy de nuevo a tu Hijo 
para que sea nuestro Señor y Salvador
ahora y por los siglos de los siglos.  
 
Intenciones
- Por los timoratos que piensan que son demasiado pequeños y despreciables como para que Dios se preocupe de ellos, para que se percaten de que el Dios cristiano, como un buen padre y una buena madre, siente inmenso cariño por ellos, roguemos al Señor.
 - Por los ricos y poderosos, para que sean sensibles a los derechos y a las necesidades de sus hermanos más pobres y desposeídos, roguemos al Señor.
 - Por los profetas que viven aquí entre nosotros, para que en nombre de Dios nos recuerden que tenemos que hablar claro y alzarnos a favor de los sin-voz y de los oprimidos, roguemos al Señor.
 
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Te presentamos con gozo
estos humildes dones de pan y vino.
Que en estos signos del compartir
tu Hijo se haga presente entre nosotros
y nos dé el valor y ánimo
para tomar tu reino por asalto, 
para que nosotros, que somos impotentes                                                             y fácilmente desalentados,
nos comprometamos con él
a llevar esperanza a los pobres y humildes.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor, Dios y Padre nuestro;
Somos el nuevo pueblo de tus promesas.
Te pedimos nos concedas ser lo bastante humildes
para no buscar nuestros caminos tercos y egoístas, 
sino más bien estar abiertos a ti y confiar en ti. 
Recuerda, Señor, que somos tuyos
y que, en cierto modo, tenemos derecho a tu ayuda,
ya que nos amas en Jesucristo, tu Hijo,
que es Señor nuestro 
ahora  y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: A nosotros también nos dice Dios hoy: “Yo, el Señor tu Dios, agarro con cariño tu mano derecha y te digo, ‘No temas, que te voy a ayudar’.”  — Que ojalá seamos conscientes del cuidado cariñoso de Dios por todos sus hijos
Y que la bendición del mismo Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.          
				
                    
