Liturgia Viva del Sábado de la I Semana del Tiempo Ordinario. Santa María en sábado
DIOS LLAMA A LOS DÉBILES
(Heb 4,12-16; Mc 2,13-17)
Introducción
La Palabra de Dios está viva y activa, dice la Primera Lectura. Está tan viva y activa que esta palabra de Dios, hablada por Jesús, cambia a los pecadores en santos. Esta palabra puede juzgar, pero lo hace siempre con suavidad y afabilidad: ofreciendo nuevas oportunidades. ¿Ofrecemos estas nuevas oportunidades a otros? ¿O nuestra actitud -si no nuestras palabras- de condenación retiene a la gente encerrada dentro de su mediocridad y su fracaso?
Evangelio. Mateo es un pecador público típico, un cobrador de impuestos, uno que no solo estaba explotando a su propio pueblo, sino que le era traidor, como colaborador con la fuerza de ocupación, los romanos. Pero él responde al llamado de Jesús y se convierte en su apóstol y mártir, fiel hasta el final.
Oración Colecta
Oh Dios de misericordia y compasión:
Tú llamas a personas débiles -aun siendo pecadoras-
para ir dando forma a tus sueños
sobre los hombres y su mundo
y para ser instrumentos de salvación.
Danos confianza, no en nuestra propia fuerza,
sino en el poder de tu amor,
que puede hacer,
por medio de nosotros y con nosotros,
lo que somos incapaces de hacer.
Te damos gracias por llamarnos
a salir de nuestra fragilidad y alienación,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Por la Iglesia, que es una comunidad de santos y pecadores, para que nosotros, pueblo de Dios, y nuestros líderes, no tanto condenemos a los que fallan, sino que les demos nuevas oportunidades en la vida, roguemos al Señor.
- Por los que con frecuencia se sienten frustrados y ya ni se atreven a creer en si mismos, en Dios o en la comunidad, para que saquen nuevo valor y esperanza al recibir de nosotros misericordia y comprensión, roguemos al Señor.
- Por los sacerdotes y religiosos, para que sigan confiando en el Señor que les llamó a pesar de sus debilidad humana, y para que con Cristo cuiden especialmente de los pobres y de los débiles, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
A tu Hijo no le pareció que rebajara su dignidad
yendo a las casas de los pecadores
y comiendo y bebiendo con ellos.
Estamos agradecidos de que aquí hoy
él se haya sentado a la mesa con nosotros,
que somos débiles y pecadores.
Reconocemos tu amor misericordioso
para con nosotros.
Todo lo que podemos decir es:
“Gracias, Padre”,
por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre de bondad:
En esta eucaristía
hemos experimentado tu misericordia y perdón
y tu llamado a que esperemos y confiemos en ti.
Que nunca menospreciemos, y mucho menos despreciemos
a personas que estén luchando contra su propia debilidad,
o que se encuentren demasiado cansadas
para mantenerse en pie.
Ayúdanos a reconocer en ellas
nuestra propia carne y sangre desgarradas.
Clamamos a ti, Padre, en voz alta o en silencio,
para que nos concedas un corazón comprensivo
y unas manos dispuestas a ayudar y servir.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: ¡Qué atrevido Jesús, y qué seguro de sí mismo! Jesús elige a un hombre a quien todos consideran pecador público, lo convierte nada menos que su apóstol, y para construir su Iglesia cuenta con él así como con algunos otros apóstoles que más tarde mostrarán signos de gran debilidad. Dios confía en nosotros, se fía de nosotros. Confiemos también nosotros en él, mientras pedimos su bendición.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.