Liturgia viva del Miércoles de la XXII Semana del Tiempo Ordinario
LA BUENA NOTICIA DEL REINO (Año I. Col 1:1-8; Lc 4:28-44)
Introducción
San Pablo da gracias a Dios y a los colosenses porque la Buena Nueva de Jesucristo ha echado raíces entre ellos y se está expandiendo por todo el mundo romano.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Te damos gracias hoy por Jesús, tu Hijo.
Él vino para sanar nuestras heridas
y para ponernos en marcha en el camino
hacia ti y hacia los hermanos.
Ayúdanos en nuestros torpes intentos
de seguir buscándole, aun a tientas y tropezando.
Y ayúdanos también
a hacer que su evangelio de esperanza y amor
sea una realidad en medio de nosotros;
y que esto sea como la Buena Noticia
de que tu Hijo está vivo entre nosotros
y de que él es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que la Iglesia continúe con compasión y amor la tarea de sanar de nuestro Señor Jesús, para que los enfermos sean confortados, los oprimidos liberados, y los pobres y los débiles sean protegidos, roguemos al Señor.
- Para que la fe y la esperanza de los enfermos y moribundos esté firmemente anclada en nuestro Señor Jesús, que es la resurrección y la vida, roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros aprendamos, más y mejor, a sanarnos unos a otros, perdonándonos mutuamente y animando a los tristes y desalentados, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Sentimos necesidad de que tu Hijo Jesucristo
esté hoy con nosotros.
Dánoslo como don en este pan y vino
para que, aun siendo débiles y falibles,
no renunciemos a la esperanza
de que tu reino de justicia y paz
tome forma entre nosotros.
Que llegue a ser el humilde signo
de tu bondad y justicia
y de tu alegría y felicidad
que se prologuen por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Con tu poder tú cuidas a los débiles;
por eso Jesús prefirió a los pobres y desamparados.
Danos su Espíritu de compasión y de fortaleza,
para que nosotros también nos comprometamos
a llevar esperanza y justicia
a los desposeídos y a los que viven en soledad.
Y elimina nuestra soberbia, Señor,
porque quizás nosotros somos más débiles y pobres
que aquellos a los que supuestamente animamos.
Cuéntanos entre los que necesitan de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor y Salvador nuestro
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Jesús curó a tantos y tantos que se acercaron a él con toda clase de enfermedades. ¿Somos conscientes de que también nosotros podemos sanar a otros, mostrándoles afecto, compasión, perdón?
Que el Señor nos haga atentos a los poderes de curación que él nos da. Y que Dios todopoderoso nos bendiga abundantemente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que esta bendición permanezca para siempre.