Liturgia Viva del Miércoles de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario
¿SIMPLES MIGAJAS?
  (Año I. Num 13:1-2ª,25 – 14:1, 26-29, 34-35;      Año II. Jer 31:1-7; Mt 15:21-28)
  Introducción
    Año I. Necesitamos un buen “discernimiento de espíritus” para  distinguir entre una equivocada impugnación, y una protesta que da testimonio  de lo que es justo y recto. Cuando los hebreos se rebelaron en el desierto,  protestaban contra las exigencias de la Alianza y contra los riesgos que tenían  que asumir para poder realizar el futuro del pueblo  según Dios. Era una resistencia a la  conversión. – Sin embargo reconozcamos que hay también una forma de protesta  que es necesaria: un signo de vitalidad y de lucidez que es una llamada a la  conversión y un rechazo de la complicidad en el mal. 
    
  Año II.  A un pueblo que casi en su totalidad ha abandonado a  Dios, el profeta Jeremías le asegura que ese mismo Dios nunca le será infiel.  Habrá un “resto” que responderá al amor de Dios. La clave para entender esto es  así de sencilla y consoladora: Dios ama realmente a su pueblo, al del pasado y  al del presente. Y por tanto nos ama también a nosotros. Nos ama con un amor  que no se desgasta. Su afecto permanece constante. 
    
  Evangelio.  Hay algunos problemas obvios  con la historia de la mujer  cananea. Las  palabras de Jesús suenan duras y discriminatorias contra los no-judíos. Algunos  biblistas ven en ello como un intercambio de agudezas entre la mujer y Jesús;  agudezas que  reflejarían los prejuicios  de aquel tiempo y que, sin embargo, revelarían fundamentalmente que la  salvación es para todos,  sin  discriminación ni prejuicio alguno  allí  donde haya fe. La forma cómo se narra esta historia refleja el problema de la  Iglesia primitiva sobre si aceptar o no en la nueva comunidad a conversos  no-judíos. Todos los que creen tienen derecho a comer  a la mesa del Señor, y de hecho comen más que  simples migajas.
    
  Colecta
  Oh Padre de todos:
  Hace ya muchos siglos, 
  elegiste al pueblo de Israel
  para dar a conocer tu nombre 
  a todas las naciones.
  Tu Hijo Jesucristo dejó claro
  que perdón y plenitud de vida
  son la parte compartida
  de todos los que creen en él.
  Haz verdaderamente de tu Iglesia 
  un lugar de encuentro          
  para todos los que te buscan a tientas;
  para que todos los obstáculos y barreras se  eliminen 
  para que los ricos de todas las naciones y  culturas 
  revelen los mil rostros  del amor que tú nos has mostrado
en Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que en la Iglesia universal haya espacio para las riquezas culturales de los diferentes pueblos y para manifestar la única y misma fe en variedad de lenguas y formas de expresión, roguemos al Señor.
 - Para que tengamos corazones y hogares abiertos para acoger a gente difícil de acomodar: extranjeros, refugiados, parados sin trabajo, los pobres, las víctimas de discriminación y opresión; para que hagamos todo lo que podamos para integrarlos en la comunidad humana y cristiana, roguemos al Señor.
 - Para que todos nosotros, reunidos en torno a la palabra y a la mesa del Señor, nos preocupemos de los que no están aquí ahora participando con nosotros porque están alejados de la Iglesia, para que nuestras vidas les revelen a Cristo, roguemos al Señor.
 
Oración sobre las Ofrendas
  Señor Dios, Padre de todos:
  Tú has preparado la mesa y el banquete de tu Hijo
  para todos los que quieran venir:
  para santos y pecadores, 
  para los pobres igual que para los ricos.
  Danos a tu Hijo Jesucristo.
  Que aprendamos de él
  a dar comida y amor a todos los que piden, 
  no escasas migajas y sobras de la mesa,
  sino el alimento de nosotros mismos, 
  como Jesús hace aquí en la Eucaristía con nosotros,
  él que es nuestro Dios y Señor
  por los siglos de los siglos.  R/  Amén.
Oración después de la Comunión
  Oh Dios, Padre nuestro,
  En esta eucaristía todos hemos sido uno
  en Cristo Jesús, tu Hijo.
  Él murió y resucitó a una nueva vida por todos;
  Su rostro es reflejado
  en el rostro de cada ser humano:
  que ojalá se haga él visible en todos ellos.
  Que su rostro no se   deforme, 
  ni se rompa ni divida por nuestros prejuicios y temores. 
  No permitas que nuestro amor
  sea menos que universal;
  y únenos más y más en Aquél 
  que es nuestro camino común 
  hacia ti y hacia los demás,
  Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: La música tocada por un solo instrumento puede ser bella, pero la forma más bella la encontramos en la armonía de muchos y diferentes instrumentos tocando juntos en una sinfónica; o muchas voces humanas armonizadas en un coro. Que el Señor nos dé participar y gozar de la sinfónica y el coro de muchas culturas y de muchos pueblos juntos, con la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
				
                    
