Liturgia Viva del Miércoles de la XI Semana del Tiempo Ordinario
DANDO GENEROSAMENTE
(Año I. 2 Cor 9:6-11; Mt 5:1-6, 16-18)
Introducción
Año I y Evangelio: Tanto Jesús (en el evangelio) como Pablo (en la primera lectura) nos hablan hoy sobre el compartir sincero y generoso. Para Pablo, los que dan y comparten generosamente y con espontaneidad son ministros de la bondad de Dios. Dan gracias a Dios por lo que ellos mismos han recibido, y se enriquecen todavía más al compartir. La limosna, el dar -y también la oración y el ayuno- deben hacerse honrar a Dios, dice Jesús, no para complacerse en sí mismos o para ser admirado y aplaudido por los demás. Sería bueno para nosotros, para nuestras organizaciones católicas e instituciones de la Iglesia recordar que nosotros no tenemos el monopolio de la caridad, que Dios está presente en cada acto de amor y en cada compartir, aunque no lleven la etiqueta de “católico”. El auténtico amor es discreto, como el de Dios.
Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú nos concedes que el Espíritu Santo
nos llene generosamente
con múltiples dones.
Y tú quieres que seamos
ministros de tu generosidad
para cada uno de nuestros hermanos.
Ayúdanos a expresarte nuestra gratitud
y a revelar tu bondad
compartiendo lo que somos y tenemos,
con total alegría y sinceridad,
como hizo Jesús, tu Hijo,
que vive y reina contigo
por los siglos de los siglos.
Intenciones
Para que nosotros seamos discretos y circunspectos
cuando ayudamos a la gente marginada y necesitada, oremos.
Que aprendamos a percatarnos de las tácitas necesidades de la gente modesta, tímida y sencilla, oremos.
Que el Señor nos dé la gracia de ser generosos de corazón (siendo sensibles y compasivos) y también generosos de manos (con acciones de servicio concretas y comprometidas).
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú nos das no solamente las cosas que necesitamos
sino también compartes con nosotros
lo mejor de ti mismo:
tu Hijo Jesucristo.
Acepta de nuestras manos
estos humildes dones de pan y vino,
que hemos recibido de ti.
Que por su medio
tu Hijo se haga presente entre nosotros.
Con esos dones queremos expresar
que nosotros también
estamos dispuestos a compartir con otros,
sin poner ni etiquetas
ni código de precios en nuestros dones,
y darnos a nosotros mismos con Jesús,
que vive contigo y con el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, nuestro Padre en el cielo:
Tus propios dones son con frecuencia
humildes y velados,
como el de darnos a tu Hijo
en los signos de pan y vino.
Oh Dios, que miras
en lo más profundo de nuestros corazones,
enséñanos a compartir sin exhibicionismos;
que nuestra mano izquierda no sepa
lo que nuestra mano derecha está dando.
Que nos contentemos con saber que tú lo sabes:
tú que eres nuestro Padre
en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Despedida
Hermanos: Si amamos solamente a los que nos aman, hacemos simplemente lo que hace también la gente que no cree. Nunca habríamos de excluir a nadie de nuestro amor, ya que ésta es la señal distintiva de los seguidores de Jesús: “Amar al prójimo como a nosotros mismos.”
Para que puedan cumplir esto fielmente,
que el Señor les bendiga,
el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo.