Liturgia Viva del Miércoles de la III Semana de Pascua. San Anselmo, obispo y doctor de la Iglesia
PERSECUCIÓN, PAN DE VIDA
  (Hch 8,1-8; Jn 6,35-40)
 Introducción
     El fervor de la joven Iglesia es tan contagioso que, incluso en la persecución, los cristianos aprovechan la ocasión de la misma persecución para predicar a Cristo Resucitado. Ciertamente, Dios no abandona a la Iglesia, aun en momentos de prueba y sufrimiento. La lectura de Hechos dice incluso que había gran alegría por los signos de la presencia de Jesús.
Hay también gran alegría en la lectura del evangelio donde oímos a Jesús decir que él es nuestro pan de vida: no solamente se dará más tarde a sí mismo como pan para ser comido, sino que su palabra y mensaje son para nosotros auténtico pan de vida, algo por lo que y para lo que vale la pena vivir.
 Oración Colecta
 Oh Dios y Padre nuestro:
 Tú eres nuestro Dios siempre fiel, 
 aun en días de prueba para la Iglesia
 y, personalmente, para cada uno de nosotros;
 tú permaneces a nuestro lado, 
 aun cuando no nos demos cuenta de tu presencia.
 Danos una confianza en ti sin límites
 y haznos cada vez más conscientes
 de que tu Hijo Jesús es el sentido de nuestras vidas
 y de que él nos nutre con el pan de sí mismo, 
 hoy y cada día, y por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que los cristianos, por la forma como viven su fe, muestren la belleza y la alegría del mensaje de Cristo a todos los que le buscan, roguemos al Señor.
- Para que la Iglesia acepte a las personas tal como son, y no las rechace o aleje a causa de los errores que hayan podido cometer, roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros seamos generosos, de manos y brazos abiertos, para muchos que sufren hoy de hambre; hambre de alimento y también de amor, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Tú eres nuestro Dios de la Alianza.
Danos la gracia de comprender más profundamente la Alianza
como tu eterna entrega a nosotros
por propia iniciativa tuya.
Por estos signos de pan y vino
que ofrecemos en el altar,
ayúdanos a expresar sinceramente
que también nosotros queremos ser fieles a ti,
no solo en momentos de felicidad y alegría
sino también cuando vamos andando a ciegas en la oscuridad.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Nos regocijamos de que en tu Hijo Jesús
y en su mensaje de vida
nos has dado algo y a alguien
por quien vale la pena vivir.
Te damos muchísimas gracias
por decidir que él fuera nuestro pan de vida,
que nunca nos rechazará ni alejará,
sino que seguirá aceptándonos
y ayudándonos a crecer en su vida
hasta que florezca un día en la vida eterna.
Toda gratitud y alabanza a ti
por Jesucristo nuestro Señor.
 Bendición
 Hermanos: Jesús nos dice: “Tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber”. Que sigamos siempre reconociendo a Jesús en nuestros hermanos necesitados y afligidos. 
 Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.          
 
				 
                    
