Liturgia viva del Miércoles de la II Semana del Tiempo Ordinario
HACIENDO EL BIEN EN EL DÍA DEL SEÑOR
(Año I. Heb 7,1-3.15-17; Mc 3,1-6)
Introducción
Año I. La Carta a los Hebreos nos da un ejemplo de argumentación, que compara la ausencia de datos del origen de Melquisedec con el origen divino de Jesús. El sacerdote Melquisedec aparece como venido de ninguna parte, sin ninguna genealogía mencionada, sea levítica o humana. Así mismo, Jesús tampoco tiene genealogía, ni humana ni levítica; él es eterno.
Evangelio. Algunas veces reducimos nuestra religión a un asunto de leyes casuísticas: ¿Se permite trabajar en domingo? ¿Cuándo llega a ser pecado mortal, si llego tarde a la Misa? ¿Cometo pecado si no alzo mis manos al rezar el Padre Nuestro? A veces nos comportamos como niños inmaduros. Dios quiere que crezcamos en nuestra fe. ¿Dónde queda la Buena Noticia de Jesús? ¿En qué consiste nuestro amor al Señor y a los hermanos?
Oración Colecta
Oh Dios, santo y amable:
Nos has elegido para construir
y ser parte de tu reino de paz y de amor ya maduro.
Pero tenemos que reconocer con vergüenza
que todavía nos queda mucho espacio para crecer.
Padre: Haz nuestro amor más rico, cálido y sensible:
completa el trabajo que has comenzado en nosotros
para que tengamos un lugar permanente en tu corazón
y reflejemos la bondad madura y curativa
de Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que se otorgue a las personas el tiempo necesario para descansar y para recuperarse de la presión y tensión de su trabajo, y también para que se les dé oportunidad para rendir culto a Dios y ayudar al prójimo, roguemos al Señor.
- Para que los fieles que van a Misa los domingos vivan también durante los días de la semana conforme al evangelio, roguemos al Señor.
- Para que la celebración de la eucaristía, los domingos, sea para todas las comunidades cristianas una fuente de gran alegría, al encontrarnos profundamente con el Señor y al recibir la fuerza para seguirle por sus caminos, los caminos del evangelio, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, que nos sanas de nuestras miserias:
Tú pones la mesa de tu Hijo
no solamente para un grupito selecto de seguidores,
sino para todos: para los enfermos y para los que sufren,
para los débiles y los que viven en forzosa soledad.
Que en todas nuestras comunidades
asimilemos y hagamos nuestros
los sentimientos de Jesús:
su amor sin límites, su bondadosa aceptación de la gente,
su espíritu abierto para compartir y para curar.
Enséñanos a preparar la mesa de nosotros mismos
para que otros la compartan,
como hizo Jesús, Hijo tuyo y hermano nuestro,
que vive contigo, y permanece con nosotros,
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro,
que nos ofreces curación y salvación:
Te damos gracias por convocarnos
alrededor de la mesa de tu Hijo
en esta celebración eucarística.
Que la comunidad cristiana
sea para todos, cristianos o no cristianos,
lo que tú eres para todos nosotros:
amor que salva, y paz que sana;
alegría compartida
y don sorprendentemente generoso,
don dado libremente y nunca lamentado.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición:
Hermanos: “¿Cuándo me visitaron ustedes?” –nos preguntará el Señor. ¡Quizás el mejor día para visitar a nuestro hermano Jesús en los enfermos sea el domingo, el Día del Señor! Llevemos con frecuencia la presencia sanadora del Señor a los hermanos.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.