Liturgia viva del miércoles de ceniza, feria
MIÉRCOLES DE CENIZA
- “¡Serviré!”
- ¡Fuera Máscaras!
- Ya estamos en Cuaresma, Nuestro Tiempo Favorable
Saludo
La paz y reconciliación
de nuestro Padre misericordioso
esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante (Tres Opciones)
1.“Serviré”
Hoy comenzamos nuestros cuarenta días de Cuaresma, cuarenta días de preparación para Pascua. ¿Para qué estos cuarenta días de penitencia y conversión? Para volver a nuestras raíces -a Dios, a lo mejor de nosotros mismos- y, en consecuencia, también a nuestro prójimo. De muchas maneras hemos intentado ser nuestros propios dioses, decidir por nosotros mismos lo bueno y lo malo, pero hemos acabado haciendo de nosotros mismos el centro del mundo, a expensas de nosotros mismos, de Dios y de nuestro prójimo. Ahora es el tiempo propicio para volver a Dios y volvernos hacia los hermanos que nos rodean. Hoy expresaremos nuestro destrozo interior y nuestro deseo sincero de cambiar, cuando, después del Evangelio, recibamos la ceniza.
Nota: Se omite el rito penitencial, ya que el rito de la ceniza tiene carácter penitencial y de conversión.
2.¡Fuera Máscaras!
En muchas regiones del mundo la gente celebra el carnaval en los días anteriores a la Cuaresma, con mucho ruido y mucha juerga. Con frecuencia llevan máscaras para la ocasión. Pero hoy comienza la Cuaresma, tiempo para quitarnos las máscaras y volver nuestro rostro y nuestro corazón a Dios y a los hermanos. En este santo tiempo reflexionamos sobre el verdadero sentido de nuestra vida. ¿Quién soy yo y para qué estoy en este mundo? ¿Estoy viviendo para Dios y para la comunidad? — Hoy estamos invitados a recibir la ceniza en nuestra frente con la invitación “Aléjate del pecado y sé fiel al evangelio”. ¡Fuera, pues, toda máscara! Y volvamos a Dios, a lo más verdadero de nosotros mismos, y a los hermanos como pueblo de Dios.
3.Ya Estamos en Cuaresma, Nuestro Tiempo Favorable
Hoy comienza la Cuaresma. Es un “tiempo favorable”, un tiempo de gracia. Estamos convocados para subir con Cristo a Jerusalén, el lugar donde él sufrirá y morirá antes de resucitar con gloria. Esto quiere decir que estamos convocados con él para sufrir y para morir a nosotros mismos y al pecado. También para renunciar al mal dentro de nosotros y a nuestro alrededor, de modo que podamos resucitar, como individuos y como comunidad, a una vida cristiana más profunda, hacernos más disponibles para Dios y para los hermanos, y ser capaces de prestar servicio con amor. El camino para ello es el arrepentimiento, la conversión, sintetizado en el evangelio de hoy como limosna, es decir, preocuparnos y cuidar de nuestros hermanos; como oración,es decir, escuchando la palabra de Dios y dándole una respuesta de amor y compromiso; y como ayuno, es decir, controlando nuestras pasiones y renunciando a nuestro egoísmo. — Vamos a expresar nuestro sincero deseo de conversión cuando, después del evangelio, recibamos la ceniza.
Oración Colecta
Oremos para que en esta Cuaresma
retornemos a Dios y a los hermanos.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:
Tú sabes con qué frecuencia
intentamos caminar por nuestros senderos egoístas.
No nos permitas vivir y morir
sólo para nosotros mismos
o cerrar nuestros corazones a los otros.
Ayúdanos a vernos a nosotros mismos y a la vida
como dones tuyos.
Haznos receptivos de tu palabra y de tu vida
y haznos crecer en la mentalidad y actitudes
de Jesucristo nuestro Señor.
Primer Lectura (Joel 2,12-18): ¡Vuelvan a Mí con Todo su Corazón!
El verdadero ayuno y la penitencia significan un sincero cambio del corazón: rechazando el mal y el pecado y volviendo hacia el Dios de amor.
Segunda Lectura (2 Cor 5,20; 6,2): Ahora es el tiempo favorable
Jesús nos ha restaurado a la amistad con Dios. Pero exige que continuemos buscando la reconciliación de Dios hoy. Ahora es el tiempo propicio para hacerlo.
Evangelio (Mt 6,1-6.16-18): El Padre de Ustedes les Premiará
Las prácticas exteriores de penitencia no tienen valor a no ser que nuestra actitud interior corresponda a nuestra práctica exterior ayudando al prójimo, orando y haciendo ayuno o penitencia.
BENDICIÓN DE LA CENIZA
Introducción por el Celebrante
Las hojas y ramas de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior se han transformado de tallos verdes en ceniza gris. — Así nos ocurre a nosotros. No permanecemos siempre idénticos, siempre los mismos. Envejecemos; y tantas veces convertimos la vida en gris y polvorienta, para nosotros y para los demás. Esta ceniza de hoy nos recuerda nuestra fragilidad de vida nuestra culpabilidad y la penitencia que necesitamos realizar. Recibiremos esta ceniza con humildad, mientras se nos marca con la señal de la cruz, pues nuestros corazones desean sinceramente seguir a Jesús por el camino de la negación de sí mismo y del amor.
Oración de Bendición
Señor, bendice (+) esta ceniza
como signo de conversión y de penitencia,
como prueba de que queremos
descubrir a tu Hijo hoy
en el silencio de nuestra oración
y en la persona de nuestro prójimo,
a quien nos acercamos en su necesidad.
Que la señal de la cruz
dada en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo
nos anime y nos sane interiormente,
de forma que te sirvamos sinceramente a ti y a nuestro prójimo,
por la fuerza de Jesucristo nuestro Señor.
El sacerdote rocía la ceniza con agua bendita, en silencio.
A continuación, imposición de la ceniza.
Oración de los Fieles
Al comienzo de este tiempo de conversión, esperamos con ilusión la reconciliación con Dios y con nuestro prójimo. Presentemos a nuestro Padre Dios nuestras preocupaciones y las necesidades de todos, y digamos: R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
- Por la Iglesia de Jesucristo, para que se libere de defectos humanos, de forma que pueda mostrar a todos la luz y el poder del evangelio, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
- Por las personas -cercanas o lejanas- atrapadas en el pecado y en el desaliento, para que encuentren reconciliación con Dios, consigo mismas, y con los hermanos que les rodean, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
- Por los endurecidos en su corazón a causa de las riquezas o del poder, e insensibles a las necesidades de otros, para que en estos cuarenta días de penitencia descubran caminos de verdadera felicidad a través de su sensibilidad y generosidad para con sus prójimos, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
- Por todos los que llevan una pesada carga de preocupaciones y sufrimiento, para que sigan adelante con fortaleza por el camino del Señor Jesús, roguemos al Señor. R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
- Roguemos unos por otros, para que cada uno de nosotros esté dispuesto a caminar por el camino de la paz y la reconciliación, del servicio desinteresado y de la entrega generosa a los demás, y así decimos: R/ Ten misericordia de tu pueblo, Señor.
Señor Dios nuestro, cada año nos das nuevas oportunidades para crecer en amor hacia ti y hacia los hermanos. Danos la fuerza para vivir estos cuarenta días de gracia con las actitudes, la mentalidad y el espíritu de Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Tu hijo Jesús nos dio todo
para que seamos libres para ti y para los hermanos.
Traemos ahora ante ti
estos dones de pan y vino
como signos de que efectivamente
queremos ser libres para vivir para ti
y para los hermanos que nos rodean.
Acepta estas ofrendas,
y hazlas pan de felicidad y vino de alegría
para nuestro mundo hoy.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Invitación al Padre Nuestro
Oremos a nuestro Padre misericordioso
que sepamos perdonar a otros
como él ha perdonado nuestros pecados
por medio de Jesús.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz de la reconciliación
contigo y con los hermanos, lejanos o cercanos.
Ayúdanos a compensar
el daño que hayamos hecho a otros
y a vivir en esperanza y alegría
para el futuro glorioso
que tú has preparado para nosotros
por medio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que fue delante de nosotros
mostrándonos el camino del perdón y el amor.
Recibámosle con alegría,
porque él es nuestra fortaleza.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios nuestro misericordioso:
Muchas veces tenemos miedo
de enfrentarnos a nosotros mismos
y de renunciar a nuestro apego
a nuestras actitudes egoístas.
Hemos oído hoy las palabras de Jesús
y participado en el banquete de su cuerpo y de su sangre.
Que todo esto nos ayude a resurgir de las cenizas del pecado
y renueve nuestro fervor y amor,
para que le sigamos a él
por el camino estrecho de la vida,
caminando hacia ti y hacia los hermanos.
Te lo pedimos en este tiempo de gracia
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Sólo Dios puede hacernos íntegros de nuevo desde nuestra situación de destrozo interior.
Sólo Dios puede darnos la perspicacia interior
para descubrir con cuánta frecuencia estamos alienados de él, de los otros, e incluso de nosotros mismos.
Sólo Dios puede darnos la fuerza para cambiar nuestro modo de ser y de vivir
y llegar a ser totalmente nuevos.Para ello, que la bendición del Dios vivo y amoroso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre.