Liturgia viva del martes de la xxv semana del t. ordinario, feri
SI  SENTIMOS DOLOR, NOS QUEJAMOS 
(Año II. Job 3,1-3. 11-7.  20-23;    Lc 9, 51-56)
Introducción
                 Año II. Job ora a voz en grito quejándose al Señor por su vida miserable.  No puede con ella, no ve ningún sentido en el dolor y la desgracia, y le  pregunta a Dios por qué.— Jesús sabe cómo asumir el sufrimiento. No huye de  él, porque acepta las consecuencias de su misión: ser fiel, cueste lo que  cueste,  a su misión de amor de  reconciliar al pueblo con su Padre y de salvarnos.
                 Evangelio. El profeta Elías no encontró a Dios en el viento huracanado o en  el terremoto o en el fuego, sino en la suave brisa. Los “Hijos del trueno”,  Santiago y Juan, querían que cayera fuego sobre el pueblecito de Samaria que no  quiso recibir a Jesús, pero Jesús les reprende. La violencia no es camino de  Dios.
Oración Colecta
   Señor Dios nuestro:
   Sabemos que nos amas
   y que ni el sufrimiento ni el dolor,
   e incluso ni la muerte, nos pueden  separar de ti.
   No nos tomes demasiado en serio cuando  nos quejamos,
   cuando somos impacientes contigo,
   con nosotros mismos y con la gente que  nos rodea. 
   Mantén siempre delante de nosotros la  imagen de tu Hijo
   que no pudo ser disuadido de su misión; 
   y danos la gracia de seguirle, 
   porque él es nuestro Señor y Salvador       
   ahora y por los siglos de los siglos. 
Intenciones
- Señor Jesús, perdónanos si gritamos desesperadamente nuestro dolor cuando nos es difícil soportarlo. Ayúdanos, te rogamos. R/ Ven en nuestra ayuda, Señor.
- Señor Jesús, ayuda especialmente a la gente deshecha interiormente, desalentada y sola, para que sepan llevar sus cruces unidos a Cristo Sufriente, te rogamos. R/ Ven en nuestra ayuda, Señor.
- Señor Jesús, para que los que sufren larga y penosa enfermedad sientan tu presencia amorosa y consoladora, sobre todo por la cercanía y el cuidado cariñoso de sus hermanos cristianos, te rogamos. R/ Ven en nuestra ayuda, Señor.
Oración sobre las Ofrendas
   Oh Dios y Padre nuestro:
   Sentados como estamos a la mesa de tu  Hijo
   elimina de nuestros corazones 
   toda amargura e impaciencia. 
   Tú no nos eliminaste con fuego bajado  del cielo
   cuando pecamos contra ti y contra los  hermanos.
   Anímanos con el fuego del amor
   y danos el pan de fortaleza de tu  Hijo,.
   Con él te ofrecemos nuestras penas, nuestra  impaciencia, 
   y también nuestra alegría y amor.
   Dígnate concedernos esto, 
   en el nombre de Jesús, el Señor.
Oración después de la  Comunión
   Oh Dios, rico en paciencia y amor:
   Sabemos cuánto nos amas
   y cómo quieres que seamos felices.
   Según tu misterioso designio, 
   tu Hijo pagó muy alto precio  
   a causa de  nuestra soberbia y egoísmo.
   Por medio de esta eucaristía  restáuranos, 
   guarda firmes nuestra fe y esperanza en  ti
   y haznos disponibles para vivir,
   y, si es necesario, con dolor y  esfuerzo
   con ellos y por ellos,
   como hizo Jesús, tu Hijo, 
   que vive contigo y permanece con  nosotros ahora
   y, así los esperamos, por los siglos de  los siglos amén.
Bendición 
   Hermanos:  Sí, tenemos cerca al Señor, que fue  crucificado, y somos sus seguidores. Pero algunas veces nos olvidamos y nos  quejamos con demasiada facilidad. Naturalmente, el dolor hiere y no tenemos que  solicitarlo o pedirlo.
 Que Dios todopoderoso esté  siempre al lado de ustedes y les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu  Santo.
 El material que aquí te ofrecemos está tomado de la obra del P. Camilo   Marivoet, cicm y publicada en Filipinas por Claretian Publications (en   inglés) con el título de LITURGY ALIVE. La traducción y adaptación es del P. Carmelo Astiz, misionero claretiano.
 
          
 
				 
                    
