Liturgia viva del Lunes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario
DANDO TESTIMONIO DEL SEÑOR (Esd 1,1-6; Lc 8, 16-18)
Introducción
Primera Lectura: Con la proclamación de Ciro, rey de Persia, que dejó libres a los exiliados, los judíos pudieron regresar a Jerusalén para reconstruir el Templo, signo de la presencia de Dios, y volver a ser de nuevo la comunidad del Pueblo de Dios. Así ellos mismos serían el templo vivo, con la tarea y misión recibida de dar testimonio del Dios de Israel.
Evangelio. Cristo habla de la palabra de Dios como de una luz que no puede permanecer oculta; debería brillar en las vidas de los que creen en el evangelio, de tal forma que así puedan dar testimonio de Cristo y de su mensaje.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú quieres que nuestra fe sea
como lámpara colocada en el candelero,
para que la gente vea tu luz
y no se tropiece en la oscuridad.
Dirígenos tu palabra,
danos el Espíritu vivificante de tu Hijo,
su Espíritu de unidad y libertad,
para que seamos para el mundo
como un Cristo presente de nuevo,
humano y cercano,
él que vive contigo y con el Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Que la luz de nuestro amor brille y dé testimonio de Cristo por nuestra amabilidad, simpatía y comprensión, y por nuestro compartir generoso con los necesitados, roguemos al Señor.
- Para que la luz de nuestra justicia brille en nuestros esfuerzos por respetar los derechos de cada uno y en nuestro trabajo para llevar igualdad y justicia a todos, roguemos al Señor.
- Que la luz de nuestra alegría brille en nuestra simpatía y afecto por unos y otros, en nuestra fidelidad a nuestros amigos, en nuestras celebraciones litúrgicas y en nuestro sentido de comunidad, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Acepta estos dones de pan y vino
y que se conviertan para nosotros
en el cuerpo y la sangre de tu Hijo.
Que él nutra nuestra fe
y nos haga capaces de dar testimonio
de que en él podemos llegar a ser uno
y vivir con amor los unos para los otros,
porque él es nuestro Dios y Señor
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta celebración eucarística
has querido que nos encontráramos con tu Hijo Jesús.
Que permanezca él con nosotros este día,
para que la gente descubra
cuánto significa él para nosotros,
y qué puede hacer él en nosotros
a pesar de nuestras limitaciones.
No a nosotros, Señor,
sino a ti y a tu Hijo,
en la unidad del Espíritu Santo
sea todo honor y alabanza
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Dar testimonio consiste en llamar la atención no hacia nosotros mismos, sino hacia Dios y a lo que él puede hacer en nosotros, sus pobres instrumentos. Honestamente solo podemos proponer lo que creemos y vivimos, y luego dejar el resto a la gracia de Dios.
Que este mismo Dios les conceda a ustedes esta actitud y les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.