Liturgia viva del Lunes de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario. San Cayetano, presbítero. Santos Sixto II, papa, y compañeros, mártires
TÚ NOS DAS NUESTRO ALIMENTO
En las semanas 18 y 19 la Primera Lectura se toma de los libros de los Números y Deuteronomio. Describe la marcha del pueblo de Dios a través del desierto, con las pruebas del difícil viaje, las tentaciones de desaliento, la falta de fe y de confianza, las necesidades materiales y materialísticas, las infidelidades a la Alianza y las quejas contra Dios y contra los líderes. — Tenemos que aprender a situar esas lecturas en el contexto de nuestro itinerario a través de la vida como cristianos, nuestros desiertos particulares con sus tentaciones, dificultades y quejas.
Colecta
Oh Dios, Padre bondadoso y compasivo:
Tú enviaste a tu Hijo Jesucristo para alimentar
a todos los que tienen hambre, material o espiritual.
Haznos compasivos
para con todos los pobres de nuestros días.
Enséñanos a verlos y ser sensibles a sus necesidades,
a sufrir con ellos, a compartir sus angustias,
a vendar sus heridas y a calmar sus hambres y ansiedades..
Danos fortaleza para hacer todo esto
en virtud de la fuerza que Jesús nos da en cada eucaristía,
al dársenos como incomparable alimento.
Te lo pedimos por el mismo Cristo, nuestro Señor.
Intenciones
- Por el papa, los obispos y sacerdotes, para que, proclamando con convicción y ardor el mensaje de la Buena Nueva del Señor, satisfagan el hambre multiforme de la gente: hambre de pan y de saber, de amor y justicia, de verdad y esperanza, roguemos al Señor.
- Por los gobernantes y líderes políticos del mundo, por los científicos y economistas, para que colaboren en resolver el problema del hambre en el mundo y en ofrecer a un mundo con hambre no solo alimento material, sino también dignidad, respeto, justicia y paz, Roguemos al Señor.
- Por los enfermos y los que se sienten solos, por los discapacitados y desalentados, por los que tienen hambre de amor y de aceptación social, para que nuestra sensibilidad y amor sean para ellos signos vivientes de que Dios no los abandona. Roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre nuestro:
Te damos gracias por este pan y este vino
y por hacerlos signos vivos
de la presencia de tu Hijo entre nosotros.
Traemos ante ti, por medio de Jesús,
las hambres, los nobles anhelos
y las aspiraciones de todos.
Que Jesús multiplique aquí y ahora para nosotros
en esta santa eucaristía,
el pan de vida que nos haga fuertes
y el vino de alegría que nos dé esperanza.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la comunión
Oh Dios, Padre nuestro:
Por medio del pan de vida de tu Hijo Jesucristo
multiplica en nosotros la capacidad para amar.
Danos valor para poner en práctica
las palabras que tu Hijo nos ha dirigido:
“Ustedes mismos, denles ustedes de comer”.
Ayúdanos a compartir con ellos
no solo nuestro pan y otras cosas materiales,
sino también nuestra alegría y compasión,
nuestras esperanzas y nuestro amor.
Te lo pedimos en nombre del mismo Jesús el Señor.
Bendición
Hermanos: El que Jesús comparta generosamente con nosotros el alimento de sí mismo –su cuerpo y sangre – en la eucaristía, tiene doble significado para nosotros: Primero, que tenemos que preocuparnos por los hambrientos y desposeídos, y hacer lo que podamos para ayudarles; y segundo, que nosotros también nos comprometemos y nos entregamos los unos a los otros, poniéndonos al servicio de todos.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.