Liturgia Viva del Lunes de la Octava de Pascua
LUNES DE PASCUA
SOMOS TESTIGOS DE LA PASCUA (Hch 2,14.22-32; Mt 28,8-15)
Introducción
Pedro, en la noche de la Pasión, había rehusado confesar que conocía a Jesús. Ahora no puede parar de proclamar que Jesús ha resucitado. María Magdalena y María, la madre de Santiago, se apresuran a decirles a los apóstoles que Jesús está vivo y resucitado. — Todas las lecturas de hoy se centran en dar testimonio de la resurrección. Pedro la proclama como la clave de su fe: El Jesús que había sido ejecutado ha resucitado realmente, y ellos, los discípulos, son testigos de este hecho y de esa persona. María Magdalena y su compañera reciben el mensaje de los ángeles en la tumba –que Cristo ha resucitado. Después ellas mismas encuentran a Jesús y de él mismo reciben instrucciones para que comuniquen la Buena Noticia a los demás discípulos, ya que ahora ellas mismas son testigos de que Cristo está vivo y resucitado. — ¡Los testigos de hoy somos nosotros! ¿Lo somos de verdad?
Oración Colecta
Oh Dios nuestro:
Nuestro corazón está contento y se regocija
y nos sentimos seguros en nuestra fe
porque tenemos una persona viva en la que creer,
Jesucristo, resucitado de entre los muertos.
Que él nos muestre el verdadero camino de la vida
para que vivamos en la alegría de su presencia
y que él nos dé la gracia de hacernos sus testigos,
de forma que podamos proclamar con nuestra vida entera
que Jesucristo es nuestro Señor,
glorioso y resucitado,
ahora y por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Por todos los nuevos bautizados, para que vayan creciendo constantemente en cercanía e intimidad con Jesús, el Señor Resucitado, roguemos al Señor.
- Por los misioneros, para que proclamen a todos los que quieran escucharles que Jesús es el Señor Resucitado, que nos alza por encima de nuestro egoísmo, nuestras debilidades y nuestras limitaciones, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que seamos personas llenas de alegría, firmes en nuestra fe, porque tenemos un Señor que venció al mal, al pecado y a la muerte, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Es una auténtica alegría para nosotros
el que tu Hijo Jesús nos haya invitado
a sentarnos con él a la mesa de la eucaristía.
Que él parta de nuevo para nosotros
el pan de sí mismo
y que nos modele como un pueblo
de alegría y esperanza,
que vive cercano a Jesús
y a nuestros hermanos y hermanas,
ya que estamos unidos juntos
por la vida y el amor del mismo Jesucristo,
nuestro Señor Resucitado,
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesús nos ha dicho
su palabra de saludo -¡paz!-
que quita nuestros temores
y que nos colma de alegría.
A la mesa de la eucaristía,
nos ha fortalecido
con el calor de su amable presencia.
Inspíranos ahora
para que toda nuestra vida dé testimonio de ti,
proclame que creemos en su mensaje de esperanza
y que él es el centro y el sentido pleno de nuestra vida.
Porque él es Jesús, nuestro Señor vivo y resucitado,
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: No tengan miedo. Digan a sus hermanos y hermanas que el Señor está vivo y resucitado. Que él esté también vivo en nuestras comunidades, en nuestra alegría, nuestra fe, nuestra disposición para servir y amar. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.