EL PECADOR BUSCA PERDÓN
(Dn 9,4-10; Lc 6,36-38)
Introducción
Reconocer el pecado, lamentarlo y buscar perdón es una realidad que puede existir realmente sólo donde hay genuina amistad y cuando la conciencia de esta amistad ha sido herida o incluso destruida. Sin amistad con Dios y con los hermanos, el pecado permanece simplemente como basura que hay que barrer, el dolor o pesar es apenas un remordimiento superficial de algo que no debería haber ocurrido, y el perdón es, a todo más, un intento de borrar el pasado. Pero “pecado, pesar y perdón” deben entenderse a la luz de la Alianza, sellada con un Dios misericordioso, que nos amó primero; también a la luz de la relación con nuestro prójimo, con quien hemos sido salvados y hecho hermanos gracias a esta unión de vida y de amor con Dios.
Oración Colecta
Oh Dios, santo y justo; Padre nuestro amoroso:
Tú nos ofreciste tu mano en amistad
y nos enviaste a tu Hijo Jesús
a caminar con nosotros
por el camino de la obediencia y la fidelidad.
Pero, oh Dios, con frecuencia rompemos esa amistad,
y actuamos como si no fuéramos tus hijos e hijas.
Mira el rictus de vergüenza en nuestros rostros;
perdónanos, pues contamos confiadamente contigo.
Acepta nuestra acción de gracias
ya que continúas aceptándonos como somos
y nos amas a pesar de nuestras debilidades y pecados.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que todos y cada uno de nosotros seamos valientes para decir “Lo siento, me equivoqué, perdóname”, no solo a Dios cuando hemos pecado, sino también a los hermanos a quienes hayamos herido u ofendido, roguemos al Señor.
- Para que no encubramos ni pasemos por alto cualquier mal, sino que expresemos enérgicamente nuestra disconformidad, sin condenar al pecador, roguemos al Señor.
- Para que nunca devolvamos mal por mal, sino que escuchemos al Espíritu que quiere que paguemos y compensemos el mal con el bien, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía tu Hijo Jesús viene a nosotros
para traernos su perdón y su paz.
Recuérdanos, Padre,
lo que él pasó y sufrió por nosotros
para que nos convirtamos a ti
y seamos tu pueblo santo
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tu amor y tu perdón no tienen límite.
Que nuestros corazones se hagan tan grandes como el tuyo.
para que nosotros también aprendamos
a perdonarnos unos a otros,
y a parar de juzgar y condenar.
Queremos acoger a los hermanos tal como son
y seguir ofreciendo nuestra amistad,
aun cuando a veces algunos abusen de ella.
Lo haremos gracias a la fuerza de Aquél
que se ha entregado a sí mismo
a nosotros y por nosotros en la eucaristía,
es decir, Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Repetimos algunas palabras de Jesús, para recordarlas, y sobre todo para practicarlas, a lo largo de la jornada: “Sean misericordiosos como su Padre del cielo es misericordioso; perdonen y se les perdonará”. — Para que sepamos llevarlo a la vida, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.