Liturgia Viva del Lunes de la 10ª Semana del Tiempo Ordinario
BIENAVENTURANZAS
Introducción  En los próximos días leeremos algunas lecturas del gran profeta Elías y su lucha formidable contra los males de su tiempo. Él es suficientemente valiente y audaz para enfrentarse al descreído rey Ahab y a la temible reina Jezabel, porque está seguro de que es Dios quien le envía y que, por lo tanto, está en las manos de Dios.
 Evangelio.  Lo que Jesús propone en las bienaventuranzas es una revolución, una vuelta  del  revés de los valores.Pero no nos sentimos demasiado deseosos de tomarlas en serio; las bienaventuranzas son demasiado molestas y desagradables… Muchos afirman que son utópicas, pero eso mismo se puede decir de muchas partes del evangelio, a no ser que se tenga verdadera fe. Los seguidores de Cristo son soñadores:  sueñan en  una fraternidad universal de todos los hombres, en  una tierra y un mundo mejores.   
Colecta 
Señor Dios nuestro,  cuando tu Hijo proclamó su Buena Noticia a los pobres y ciegos,  ellos le entendieron, por que sabían bien lo que significa  no estar satisfechos de la vida  y no poder ver. Desde el evangelio,  concédenos  sentirnos pobres con los hambrientos, andar a tientas con los ciegos, sentirnos impotentes con los indefensos, y pequeños con los que no cuentan, los pequeños, para que experimentemos bien adentro,  hasta en la medula de nuestros  huesos,  el mensaje de tu palabra y lo compartamos como buena noticia con todos los que nos rodean, en el nombre de Jesucristo nuestro Señor.  R/ Amén.
 Intenciones 
 – Señor, que llamas bienaventurados a los pobres, suscita entre  nosotros muchos hermanos que sepan cómo vivir sobriamente, y que encuentren  alegría en las cosas modestas  y en la vida sencilla, te rogamos.  
– Señor, Dios de quienes son amables y sensibles, haznos pacíficos, misericordiosos y compasivos,  para que, como tú nos prometes, poseamos tu Reino, te rogamos.
 – Señor, fortaleza de los perseguidos, dales perseverancia a todos los que sufren persecución, te rogamos.  
Oración sobre las ofrendas 
Señor, Dios nuestro,  desde  la pobreza y el vacío de nuestros corazones colocamos sobre este altar un  trozo de pan y un sorbo de vino. No es mucho, Señor,  pero sabemos que tú puedes pasar  con cosas sencillas y con gente consciente de su indigencia. Por eso te rogamos:   Cambia este pan y este vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo,  y cámbianos a nosotros  en hombres y mujeres beneficiados con tu vida y que se enriquezcan a sí mismos entregando sin medida a los demás  su tiempo, atención y amor. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.  R/  Amén.  
Oración después de la Comunión 
Señor, Dios nuestro,  tú escribes derecho  con líneas torcidas. Haz que las desconcertantes  palabras de tu Hijo en las Bienaventuranzas nos despierten y nos permitan ver dónde podemos encontrar  tu clase de felicidad,  ya que es la única que dura y permanece. Y que tu Hijo, aquí ahora con nosotros, sea nuestro alimento para el camino hacia ti, Dios nuestro, por los siglos de los siglos.   R/  Amén.  
Bendición 
A los discípulos de Jesús nos llaman “bienaventurados”, es decir dichosos  y felices, si estamos tan abiertos a Dios que le permitimos llenarnos con algo de su propia felicidad. Para ello tenemos que ser pobres, vacíos de nosotros mismos. Entonces obtendremos la felicidad del Reino de Dios, como un saboreo anticipado de la felicidad celestial. Pongámonos  en las manos de Dios y pidámosle que nos bendiga bondadosamente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.   R/  Amén.  
 El material que aquí te ofrecemos está tomado de la obra del P. Camilo   Marivoet, cicm y publicada en Filipinas por Claretian Publications (en   inglés) con el título de LITURGY ALIVE. La traducción y adaptación es del P. Carmelo Astiz, misionero claretiano.
 
          
 
				 
                    
