Liturgia Viva del Jueves de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario. San Martín de Porres, religioso
PERDIDO Y HALLADO
(Flp 3,3-8; Lc 16,1-10)
Introducción
Como judío que era, Pablo podría estar orgulloso de muchas cosas: había nacido como miembro del pueblo escogido, y había sido circuncidado; como fariseo, se sentía seguro en la estricta observancia de la ley… Sin embargo, se demuestra que todas esas cosas no eran ventajas, sino obstáculos para encontrar a Cristo: Por el contrario, estos “privilegios” habían convertido a Pablo en perseguidor de Cristo; la Ley le había hecho prisionero de las observancias y regulaciones rabínicas de la época, en vez de hacerle servidor de Dios en espíritu y verdad. Pero ahora se siente feliz porque, por la gracia de Dios, ha descubierto la locura de la cruz. Dios le ha encontrado; Cristo ha llegado a ser para él su auténtica riqueza; y todo lo demás no cuenta ya para nada.
Evangelio. El capítulo 15 de Lucas, entero, trata de gente que ha perdido algo y acaba encontrándolo: un pastor encuentra una oveja perdida, una mujer ama de casa encuentra una valiosa moneda, y un padre feliz vuelve a encontrar a su hijo. Todos se sienten sumamente felices, excepto el hermano mayor del hijo perdido. Esta alegría de todos manifiesta la atención de Jesús por todo lo perdido, rechazado, devaluado, a los ojos del mundo. — Como Jesús, tenemos que seguir buscando a esos hermanos perdidos, y regocijarnos cuando vuelvan a Dios y se reintegren a su pueblo, a su comunidad.
Oración Colecta
Sabemos que Jesús vino para redimir a todos,
sin embargo él quería encontrar especialmente
a los rechazados por la gente:
al cobrador de impuestos, al pecador, al perdido y derrochador.
No nos permitas, Padre de bondad,
que, llevados por nuestro celo por lo recto y bueno,
perdamos de vista a las personas tachadas y rechazadas por la gente,
que sin embargo merecían el cariño especial de tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que los líderes de la Iglesia y de la sociedad no se pierdan yendo neciamente en busca del poder, del prestigio y de las riquezas, roguemos al Señor.
- Para que el Señor dé a su Iglesia pastores comprometidos, que se preocupen vivamente de la gente extraviada y que intenten, con tacto y bondad, hacerles volver al Señor y a su comunidad, roguemos al Señor.
- Para que en nuestra comunidad nos apoyemos y estimulemos mutuamente, esforzándonos por vivir más radicalmente la vida misma de Cristo, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Que tu pan y tu vino nos recuerden nuestra solidaridad
incluso con los que viven al margen de la sociedad.
Tú los amas, y ellos son parte de nosotros.
Que podamos hablarles la palabra de aliento
que ellos están esperando.
Que nosotros también les busquemos y les amemos
como y con nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo y Salvador nuestro
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Tu reino no es propiedad privada y excluyente
de aquellos a quienes has concedido la gracia
de encontrarte y de creer en ti.
Que nos preocupemos y busquemos contigo
a los débiles, a los violentos, a los tímidos,
sin ninguna actitud de superioridad o condescendencia.
Ayúdanos a formar una comunidad
en la que haya espacio suficiente para todos y cada uno
favoreciendo el crecimiento humano y la dignidad humana para todos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Dios nos buscó y nos encontró porque nos amaba, mucho antes de lo que nosotros pensábamos. Sabemos que Dios ama a todos y quiere que todos pertenezcan a su reino. Querríamos ayudar a cualquier hermano, en cualquier lugar y momento, para que encuentre realmente al Señor.
Que el mismo Señor nos ayude.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.