Liturgia Viva del III Domingo de Adviento «Gaudete»
DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO (Ciclo A)
No Habrá Pobres entre Ustedes
Saludo (De la Antífona de Entrada)
Alégrense siempre en el Señor:
El Señor está cerca.
Él está aquí entre nosotros.
Que el Señor Jesús esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante
No Habrá Pobres entre Ustedes
Entre los principales signos que Jesús cita sobre su identidad como el esperado Mesías está el siguiente: él llevó la Buena Nueva de salvación a los pobres. Los profetas del Antiguo Testamento habían dicho que el Salvador haría eso precisamente. Incluso la Ley había dicho ya anteriormente: “No habrá pobres entre ustedes”. Los pobres eran la gran preocupación de Jesús. — Nosotros somos discípulos de Jesús. ¿En qué medida alcanzamos fraternalmente a los pobres, como Jesús? ¿Cuántos pobres hay todavía entre nosotros? Pidamos a Dios en esta eucaristía que nos haga conscientes de la pobreza que nos rodea, y que nos haga signos vivientes de su presencia bondadosa para los pobres.
Acto Penitencial
Pidamos perdón al Señor
porque hemos cerrado nuestros ojos
y no hemos visto o ayudado a los pobres
en su situación, grave e inhumana.
(Pausa)
Haz que nosotros veamos la miseria y aflicción de los pobres.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú hiciste que los sordos oyeran.
Abre nuestros oídos a los gritos y clamores de los débiles.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú hiciste andar a los cojos.
Haz que sepamos animar
a los que están paralizados por sus miedos y fracasos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Perdona nuestros pecados, Señor, haznos más semejantes a ti en el amor a los pobres y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que nuestros hermanos puedan reconocer en nosotros
que nuestro Dios salvador está aquí entre todos.
(Pausa)
Tú quieres venir hoy y estar cerca de nosotros
por medio de tu Hijo Jesucristo.
Que se perciba de modo palpable y visible
que él, Jesús, vive entre nosotros
cuando nos sentimos cercanos unos a otros
y promovemos paz y justicia,
especialmente entre los más pobres
y entre todos los que sufren.
Ojalá nuestros hermanos reconozcan de este modo
que Jesús es quien ha de venir
y así le reciban con alegría.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Primera Lectura (Is 35,1.6,10): Alegría para los Que Sufren
Por medio del profeta Isaías, Dios promete que él mismo vendrá a liberar a su pueblo. – Jesús traerá esta esperanza y alegría a los pobres y a los que sufren.
Segunda Lectura (Sant 5,7-10): Tengan Paciencia: El Señor Está de Camino hacia Nosotros
Evangelio (Mt 11,2-11): La Buena Noticia Proclamada a los Pobres
Jesús trae el amor de Dios a los pobres y a los que sufren; de esta forma cumple lo que el profeta Isaías había anunciado sobre la instauración del nuevo mundo de Dios.
Oración de los Fieles
Pidamos a Jesús nuestro Señor que no tarde más en traernos la alegría de vivir más profundamente entre nosotros. Y digámosle: R/ ¡Ven, Señor Jesús!
- Nosotros hemos creado en nuestro mundo demasiados desiertos donde el amor brilla por su ausencia. Para que el Señor haga fértiles nuestros desiertos y broten y florezcan con la alegría del amor, y así le pedimos: ¡Ven, Señor Jesús!
- Nosotros hemos rechazado tantas veces dialogar unos con otros. Para que el Señor abra nuestros oídos sordos y dé habla a nuestros labios silenciosos, para compartir con los hermanos la alegría de la comprensión y de la unidad, y así le pedimos: ¡Ven, Señor Jesús!
- Nosotros hemos construido prisiones unos para otros. Para que el Señor que libera a los cautivos restaure la libertad de todos, y así le pedimos: ¡Ven, Señor Jesús!
- Nosotros con frecuencia nos declaramos guerra unos contra otros. Para que el Señor extinga de nuestro corazón todo odio y rencor, y nos traiga la alegría de su paz, y así le pedimos: ¡Ven, Señor Jesús!
- Nosotros hemos dejado que los pobres pasaran hambre y aflicción. Para que el Señor nos mueva a compartir mutuamente nuestro alimento y nuestro amor, y así le pedimos: ¡Ven, Señor Jesús!
- Nosotros hemos permitido que nuestra fe se ajase y secase. Para que el Señor abra nuestros corazones y renueve la alegría de nuestra fe en su presencia, y así le pedimos: ¡Ven, Señor Jesús!
¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven y sálvanos! Sin ti nada podemos, pero contigo podemos
realizar lo imposible, porque tú eres nuestro Señor y Salvador por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre nuestro:
En esta celebración eucarística
tu Hijo viene a nuestro altar
para compartir su propia persona con nosotros
en el signo del pan que se parte
y de la copa que pasa de mano en mano
fomentando alegría.
Danos la gracia de ser muy conscientes
de que el modo de la venida de Jesús
consiste principalmente
en darse a sí mismo y llevar alegría a todos.
Danos el valor de hacer para los demás
lo que él hizo y hace todavía por nosotros,
de modo que él viva entre nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con acción de gracias al Padre acogemos a Cristo en medio de nosotros en esta eucaristía, y rogamos para que él se haga visible en nosotros.
Invitación al Padre Nuestro
Unidos a Jesús oramos a nuestro Padre en el cielo
con la oración confiada de los pobres,
que saben que todo lo bueno
procede de las manos de Dios.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos Señor del peor de los males, el pecado,
y también de la ceguera que cierra nuestros ojos
y nos impide verte a ti y las necesidades de los pobres.
Abre nuestros oídos a tu palabra
y a las carencias y necesidades de los que nos rodean.
Haznos caminar por tus caminos
y líbranos de nuestro egoísmo.
Ayúdanos a preparar con alegría y esperanza
la venida liberadora entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que proclamó a los pobres la Buena Noticia de Salvación,
a los presos la libertad
y a los tristes y afligidos la alegría.
Dichosos nosotros al recibirle con gozo y júbilo
en esta comunión.
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú nos has confiado a nosotros, tu pueblo,
la misión de Jesús, tu Hijo.
Ayúdanos a fortalecer a los cansados.
a dar esperanza a los desalentados,
a estar cerca de los pobres y débiles
y a levantar, con la amabilidad de Jesús,
a los que se sientan derrotados en la cuneta de la vida.
Pero, acuérdate también de nosotros, Padre bondadoso,
ya que somos ciertamente débiles e inseguros;
y quédate con nosotros
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Dios nos ha mostrado en Jesús
su preocupación por los débiles y heridos.
Si Jesús vive entre nosotros,
quiere extender su mismo cuidado a través de nosotros.
Que el Señor siga viniendo a nuestro mundo a través de nuestro amor y compasión.
Y para esta hermosa tarea, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.