Liturgia Viva del II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA (Ciclo B)
- Creyendo en el Señor Resucitado
- Todos Uno en el Señor Resucitado
Saludo (Ver el evangelio)
A los discípulos reunidos como comunidad
se les apareció Jesús y les deseó la paz.
A todos ustedes, reunidos aquí
como comunidad del Señor,
les saludo con el mismo deseo
y con las mismas palabras de Jesús:
“¡Que la paz esté con ustedes!”
Introducción por el Celebrante (Dos Opciones)
- Creyendo en el Señor Resucitado
Creemos que Cristo ha resucitado y vive para siempre. ¿Qué significa esa fe para nosotros? ¿Está Jesús tan vivo para nosotros de forma que podemos encontrarle personalmente en oración, escuchándole y hablándole como de amigo a amigo, de corazón a corazón? ¿Tocamos sus heridas en los hermanos heridos por la vida, en sus cuerpos o en sus corazones? ¿Le encontramos en nuestras propias tristezas? ¿Le encontramos en nuestras alegrías y en las alegrías de nuestros amigos? ¿Está Jesús vivo en nuestra comunidad cristiana, y le encontramos ahí? Pidamos al Señor en esta eucaristía que le encontremos vivo y real todos y cada uno de nosotros. - Todos Uno en el Señor Resucitado
Sabemos lo desalentados y deprimidos que estaban los apóstoles y discípulos del Señor después que Jesús murió en la cruz. Cuando experimentaron que había resucitado, supieron que estaba vivo y presente entre ellos. Su fe en el Señor Resucitado los unió a todos como “un solo corazón y una sola alma” y les movió a preocuparse los unos por los otros. Y nosotros ¿qué? Nos hemos reunido aquí en la presencia del Señor Resucitado. ¿Somos todos uno en él? ¿Nos preocupamos los unos de los otros?
Acto Penitencial (Dos Opciones)
1. Creyendo en el Señor Resucitado
Pidamos perdón al Señor porque con demasiada frecuencia no somos conscientes de que él está con nosotros.
(Pausa)
- Señor Jesús, tú viniste para eliminar nuestros pecados y todavía hoy nos brindas la paz de tu perdón, Señor y Dios nuestro:
R/. Señor, ten piedad de nosotros. - Cristo Jesús, tú nos has otorgado vida eterna y todavía hoy nos colmas con tu vida, Señor y Dios nuestro:
R/. Cristo, ten piedad de nosotros. - Señor Jesús, tú has resucitado y vives para siempre y nos haces resucitar contigo, Señor y Dios nuestro:
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, derrama sobre nosotros tu Espíritu de paz que nos libre de todos nuestros pecados.
Haznos vivir con tu nueva vida y llévanos a la vida eterna.
2. Todos uno en el Señor Resucitado
¿Formamos nosotros una comunidad en la que Jesús vive?
Examinémonos ante el Señor y ante los hermanos.
(Pausa)
- Señor Resucitado, tú estás presente donde las personas se sienten unidas en alma y corazón, en una fe y un amor:
R/. Señor, ten piedad de nosotros. - Cristo Resucitado, tú estás presente donde las personas son sensibles a las necesidades de los demás y se preocupan unos de otros:
R/. Cristo, ten piedad de nosotros. - Señor Resucitado, tú estás presente donde los miembros de las comunidades comparten con los necesitados y se sirven unos a otros: R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, y perdona todos nuestros pecados.
Que nos conozcan por nuestro amor como comunidades en las que tú vives. Y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta (Dos Opciones)
1. Creyendo en el Señor Resucitado
Oremos para que lleguemos a ser realmente una comunidad de fe y amor.
(Pausa)
Nosotros no hemos visto a tu Hijo Resucitado,
ni hemos metido nuestras manos en su costado,
pero creemos que él es nuestro Señor.
Que esta fe nos una en amor
y nos haga responsables
de cualquiera que esté necesitado entre nosotros.
Que seamos realmente una comunidad
“una en alma y corazón”,
creyendo, esperando, compartiendo,
partiendo el pan unos con otros con alegría,
y alabándote a ti, Dios nuestro,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
2. Todo Uno en el Señor Resucitado
Oremos para que Cristo Resucitado permanezca con nosotros y obre en nosotros.
(Pausa)
sean dadas toda alabanza y toda acción de gracias.
Tú nos has dado a tu Hijo Resucitado
para que estemos vivos y comprometidos en nuestras comunidades.
Danos la gracia de verle con los ojos de la fe,
para que él nos una, con “un solo corazón y una sola alma”.
Que su presencia dinámica entre nosotros
nos mueva a llegar a ser con él
pan de vida, los unos para los otros,
de modo que nadie entre nosotros viva en necesidad
de alimento, o de amor, o de ayuda en la dificultad.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Hch 4:32-35): Un Solo Corazón y una Sola Alma
Las miembros de las primeras comunidades cristianas creían firmemente que el Señor Resucitado estaba vivo entre ellos. A causa de esta fe, eran “un solo corazón y una sola alma” y compartían con los necesitados. ¿Tenemos también nosotros esta fe y este amor?
Segunda Lectura (1 Jn 5:1-6): Una Vida de Fe y Amor
Los que creen en Dios y en su Hijo Jesucristo Resucitado también aman a su prójimo. Pertenecen a la familia de Dios, como nosotros, aun cuando a veces los otros nos parecen parientes extraños.
Evangelio (Jn 20:19-31): De la Duda a la Fe
Para personas como nosotros, que no hemos visto a Cristo Resucitado, Juan nos relata la historia del incrédulo Tomás que se convirtió en el Tomás creyente y fiel.
Oración de los Fieles
Confiemos y encomendemos a Cristo, nuestro Señor Resucitado, a su Iglesia y al mundo entero con todos los hombres y sus necesidades. Y digamos:
R/. Señor, que tu paz esté con nosotros.
- Para que Cristo sea realmente para todos los cristianos su Señor y su Dios en quien confíen, a quien sigan y amen, roguemos al Señor.
- Para que el Señor reúna en torno a este pan único y a esta copa de salvación de la eucaristía a todos los cristianos ahora divididos por sus creencias y por sus prejuicios; para que todos los cristianos aprendamos del Señor a compartir unos con otros lo que tenemos, roguemos al Señor.
- Para que el Señor nos otorgue a nosotros y a todos los pecadores la paz de su perdón y su nueva vida; para que a todos los que se atarean en construir la paz y realizar la reconciliación les dé el necesario tacto, comprensión y paciencia para crear unidad, roguemos al Señor.
- Para que Cristo pueda encontrarse en sus comunidades -pequeñas y grandes- y que las haga ser de “un solo corazón y una sola alma”, roguemos al Señor.
Señor Jesús, danos ojos para verte, oídos para escucharte, corazones que te comprendan y te amen, pues tú eres nuestro Señor por los siglos de los siglos.
Oración de Ofertorio
Oh Dios y Padre nuestro:
Te pedimos alimento y bebida,
y tú nos das a tu Hijo.
Que nadie en nuestra comunidad pase hambre
o se sienta abandonado en miseria y aflicción,
sino que aprendamos de tu Hijo
a ser compañeros fieles de todos los que nos necesitan.
Que, junto con nuestro solaz y apoyo,
nos demos a nosotros mismos,
como hizo y sigue haciendo Jesús por nosotros,
él que es nuestro Señor por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Cada vez que celebramos la eucaristía profesamos nuestra fe en Jesús, nuestro Señor Resucitado, por la aclamación después de la consagración. Hagámoslo hoy conscientemente y con alegría.
Introducción al Padrenuestro
Como comunidad de fe y amor
hecha “un solo corazón y una sola alma” por el Espíritu
podemos orar al Padre de todos
con la oración de Jesús nuestro Señor.
R/. Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos en nuestros días
la certeza y la paz
que tu Hijo Resucitado otorgó a sus discípulos
en su hora de temor y de ansiedad.
Con tu compasión conserva nuestra fe
libre de toda duda y vacilación,
mientras aguardamos con gozosa esperanza
la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
Invitación al Signo de Paz
Nosotros intentamos ser una comunidad que tiene “un solo corazón y una sola alma”.
Expresemos esto con nuestro saludo de paz.
Invitación a la Comunión
San Pablo apóstol dice:
“El hecho de que hay un solo pan significa que, aunque seamos muchos, formamos un solo cuerpo,
porque todos compartimos de este único pan”.
Éste es el cuerpo de Cristo que viene a formarnos como su cuerpo, su comunidad viva.
R/. Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Con fe hemos encontrado a tu Hijo Jesús
en esta celebración eucarística.
Que, con él a nuestro lado,
seamos una comunidad de fe profunda
en la que el amor y el compartir
no sean palabras huecas;
una comunidad que siga soñando
en que podemos encontrarnos unos a otros como hermanos
y crear juntos un nuevo futuro
en Jesucristo, nuestro Señor Resucitado,
que vive y reina contigo y también con nosotros
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Nuestra tarea no es fácil.
Nosotros somos utópicos, gente que tiene grandes sueños de formar y ser una auténtica comunidad, y de construir un mundo nuevo y mejor en Cristo.
Sabemos que estos sueños nunca se verán realizados a la perfección porque somos limitados, humanos, débiles;
pero podemos seguir adelante intentándolo y creciendo.
Éste es el reto de nuestra fe.
Lo podremos realizar si Cristo vive realmente entre nosotros.
Que Dios nos bendiga para esta tarea y misión.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.