Liturgia viva del El Nacimiento de San Juan Bautista
SAN JUAN BAUTISTA
Un Dedo y una Voz
Saludo (Ver la primera  lectura de la Vigilia)
                        “No  tengas miedo de hablar –dice el Señor-,
que yo estoy contigo  para protegerte.
        Mira: Yo pongo mis  palabras en tu boca.
                           Lo que yo te mande, lo  dirás.”
                           Que el Señor hable a  través de nosotros
                           y esté siempre con  ustedes.  R/  Y con tu espíritu.
Introducción por el  Celebrante
          Hoy  celebramos el nacimiento de Juan el Bautista, precursor de Jesucristo.
   Tal  como los artistas han representado a Juan el Bautista, hay dos símbolos que lo  tipifican claramente. 
   Elprimero es: la boca que grita. El Bautista es la voz del que  clama   en el desierto, llamando a la gente a conversión. Es una voz a la que no  se le puede acallar.  Increpa y  reprende,  tanto a los líderes religiosos  como a la gente común y corriente,  y les  urge  a cambiar sus vidas. Sin  ningún miedo, se enfrenta incluso con el Rey  Herodes y le conmina a acabar con su adulterio. Juan  paga muy caro por ese enfrentamiento, ya que  eso le va a costar su cabeza.  
   El segundo símbolo es el  dedo,  que señala al Mesías que llega. Y por esto también paga  caro, ya que muchos de sus mismos discípulos le abandonan para seguir a Jesús.  A pesar de todo, él sigue adelante: Aquel a quien él anuncia tiene que crecer y  ser mayor; él mismo, Juan, debe menguar, ser menor. 
   Sí,  Juan fue un gran hombre. “El mayor profeta”, dirá Jesús.
Acto Penitencial
                        Cristo  todavía necesita ser anunciado hoy:
                           ¿Le hacemos nosotros  visible en nuestras vidas?
                           ¿Conduce a Cristo  nuestra forma de vivir?
                           Examinémonos ante el  Señor.
                                                   (Pausa)
                           Señor, el mundo hoy  -y nos incluimos nosotros- 
                           necesita todavía  convertirse.
                           Pero nos falta coraje  para cambiar a mejor.
                           Señor, ten piedad de  nosotros.  R  Señor, ten piedad de nosotros
                   Cristo  Jesús, necesitamos reflexionar 
   sobre nuestra vocación cristiana, 
   pero tenemos miedo del silencio que  eso requiere
   para escuchar tu retadora palabra.
   Cristo, ten piedad de nosotros.  R/  Cristo, ten piedad de nosotros.          
Señor, necesitamos profetas que hablen  en tu nombre,
   pero nosotros los silenciamos o los  ridiculizamos 
   cuando nos señalan nuestras propias  inconsistencias.
   Señor, ten piedad de nosotros.  R/  Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor;  conviértenos. 
   Queremos ser precursores tuyos, 
   discípulos que preparen el camino para  ti.
   Y cuando hayamos dado testimonio de  ti, 
   ayúdanos a desaparecer con humildad
   para dar paso  y lugar   solo a ti.
   Llévanos bondadoso a la vida  eterna.  R/  Amén. 
Colecta
                        Roguemos  a Dios para que sepamos preparar 
   el camino del Señor.
                                                   (Pausa)
   Oh Dios misericordioso,
   celebramos hoy con alegría
   el nacimiento de Juan el Bautista, tu  profeta, 
   que anunció una nueva era
   y preparó el camino para tu Hijo.
   Ayúdanos a proclamar el mensaje de  Jesús
   en el nuevo lenguaje que nuestros tiempos  reclaman.
   Danos el valor de abandonar 
   nuestros viejos modos y actitudes
   y de abrir resueltamente  a la gente de hoy
   el nuevo camino hacia el futuro que tú  nos ofreces
   en Cristo Jesús, Hijo tuyo y Señor  nuestro,
   que contigo vive y reina 
   en la unidad del Espíritu Santo, 
   y es Dios, por los siglos de los  siglos. R /  Amén.
Primer lectura: Siervo  del Señor (Is 49:1-6)
        Como el Siervo de Dios en este canto del  libro de Isaías, Juan Bautista es amado y querido por Dios, incluso antes de  nacer. Su tarea como Siervo será conducir al pueblo hacia Dios.
Segunda Lectura: El  Humilde Precursor  (Hech 13:22-26)
        La misión de Juan era  preparar los corazones de la gente para el  próximo  Salvador,  y después esfumarse humildemente.
Evangelio:  ¿Qué va a ser este niño? (Lk 1:57-66.80)
        Su nacimiento de padres de edad avanzada y  las circunstancias maravillosas antes y después de su nacimiento hablan de Juan  como de un hombre elegido por Dios para una misión muy especial.
Intercesiones Generales
   Roguemos a Dios nuestro Padre, que ha  colocado guías en nuestro camino  que nos  conduce a casa, y digamos:  R/   Señor, condúcenos a ti.
- Por la Iglesia de Jesucristo, para que el Espíritu de Jesús inspire a sus líderes con celo profético para dirigir a nuestro pueblo hacia una auténtica libertad cristiana, roguemos: R/ Señor, condúcenos a ti.
- Por aquellos que tienen la misión de guiar, tales como misioneros, sacerdotes, religiosas, catequistas, educadores en la fe, y también gobernantes de las naciones, para que en estos tiempos, frecuentemente desalentadores, sigan confiando en la fortaleza de Dios, roguemos:
R/ Señor, condúcenos a ti.
- Por los que todavía no conocen a Cristo, para que encuentren maestros y profetas que preparen para ellos el camino hacia el Señor, roguemos:
R/ Señor, condúcenos a ti.
- Por el mundo de hoy, para que no preste oídos sordos a las voces de los profetas que claman por paz y justicia para todos, roguemos: R/ Señor, condúcenos a ti.
- Por todos nosotros aquí reunidos en nombre del Señor, para que Cristo no esté en medio de nosotros como un desconocido, sino que él llegue a ser reconocido y amado en la persona de los humildes, los pobres y los afligidos, roguemos: R/ Señor, condúcenos a ti.
Oh Dios, tú nos conoces como somos. Tú nos has formado y llamado aun antes de nuestro nacimiento. Que te sirvamos con toda humildad y que preparemos el camino para una más profunda venida de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. R/ Amén.
Oración  sobre las Ofrendas
                   Oh Dios y Padre nuestro,
                     tú  diste a Juan el Bautista los ojos de fe
                     necesarios  para reconocer y señalar a Jesús
   como el Salvador  largamente prometido.
   Ayúdanos a reconocer a  tu Hijo 
   en estos humildes signos  de pan y vino.
   Que Jesús se haga mayor  y crezca en nosotros
   y que nosotros –como  Juan el Bautista- 
   disminuyamos y seamos  menores.
   Que ojalá él se haga  visible en nosotros
   para que de esta forma  podamos roturar caminos
   que nos lleven a ti,  nuestro Dios vivo.
   Te lo pedimos por el  mismo Cristo nuestro Señor. 
Introducción a la  Plegaria Eucarística
        En la fiesta de San Juan Bautista  recordamos cómo él mostró  al pueblo  el camino hacia Cristo. Ahora nos regocijamos  de que Jesús nuestro Señor  esté aquí con  nosotros, su pueblo.  
Introducción a la  Oración del Señor, el Padre Nuestro
   Nosotros también, como Juan,  
   hemos sido escogidos por el Padre 
   aun antes de nuestro nacimiento.
   Oremos al Padre con la plegaria de sus  hijos
   tal como Cristo, su hijo predilecto,  nos enseñó.
   R/  Padre nuestro…
Líbranos, Señor
                           Líbranos, Señor, de todo  mal
                           y líbranos de nuestra  soberbia y arrogancia
   que nos impide mostrar  el verdadero rostro de tu Hijo.
   Haz a tu Iglesia atenta  a la voz de tu Espíritu
   que también hoy habla  por medio de profetas.
   Haznos sensibles a los  signos de los tiempos 
   y a las necesidades y  aspiraciones de nuestros hermanos.
   Ayúdanos a prepararnos  con alegría y esperanza
   para la segunda venida  entre nosotros
   de nuestro Señor y  Salvador, Jesucristo.
   R/  Tuyo es el Reino…
Invitación a la Comunión
                        Este  es Jesús, 
   el Salvador anunciado  por Juan el Bautista
   como Cordero de Dios
   que quita el pecado del  mundo. 
   Dichosos nosotros 
   invitados al banquete  del Señor.    R/  Señor, no soy digno…
Oración después de la  Comunión
                        Señor  Dios nuestro, 
   tu Hijo ha estado de nuevo  con nosotros
   y, a pesar de ello,  
   seguramente no es del  todo reconocible 
   en nuestras palabras y  en nuestro mismo ser.
   Cambia nuestros  corazones; 
   pon en nuestros labios  palabras de fe y de valor;
   y que nuestras acciones  y conducta 
   -como las de Juan-  
   hablen sin miedo
   el lenguaje del  evangelio de Jesucristo,
   tu Hijo y Señor nuestro
   por los siglos de los  siglos.  R/  Amén.
Bendición
                           Aun antes de nacer,
                           cada uno de nosotros fue  llamado por Dios
                           para ser salvado por  Jesucristo.
                           Y hoy, cada uno de  nosotros es llamado 
   para preparar el camino  del Señor
   para los hermanos que  encontramos al caminar.
   Dios nos llama hoy a  cada uno de nosotros
   para mostrar a Jesús  presente en nuestro mundo
   por la forma cómo  vivimos el evangelio.
   Que el Señor les bendiga  para esta importante misión,
   el Padre, el Hijo, y el  Espíritu Santo.  R/  Amén.
Pueden  ir en paz y dar testimonio
     de la Buena Noticia del  Señor.  R/ Demos gracias a Dios.
 
				 
                    
