Liturgia Viva del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
DOMINGO DE RAMOS (B)
- ¡Venga, Vayamos con Él!
- ¿Cuál es nuestra posición?
I. BENDICIÓN DE LAS PALMAS
Introducción por el Celebrante
- ¡Venga, Vayamos con Él!
Hoy, y durante los días de la Semana Santa, vemos a Jesús en toda su flaqueza humana, tanto como la nuestra, excepto en el pecado; pero también le vemos en su determinación de amor y en su valor para cumplir la misión para la que había venido a este mundo. Finalmente vemos a Jesús en su triunfo: primero en un triunfo muy provisional y frágil cuando la muchedumbre le aclama como Mesías, pero que pocos días más tarde se vuelve contra él; después, en el triunfo definitivo de su resurrección. Vemos cómo él estaba con nosotros en las profundidades de la angustia y la soledad. Podemos comprenderle y sentir como él. Él nos invita a superar todos los miedos, el mal y hasta la misma muerte. ¡Venga, vayamos con él! - ¿Cuál es nuestra postura interior?
Hoy, en este Domingo de Ramos, y durante los días de la Semana Santa, vemos a Jesús rodeado de su pueblo que le aclamó agitando palmas; le veremos portando su cruz, muriendo con una muerte ignominiosa clavado en la cruz. ¿Cuál es nuestra postura interior? ¿Con quién o con quiénes nos identificamos? Para nosotros, ¿es Jesús realmente el Hijo de Dios, que murió por nosotros porque nos amaba en extremo? ¿Hasta qué punto cambia nuestra vida, porque le conocemos? Y el próximo domingo de resurrección, ¿nos regocijaremos y le alabaremos como nuestro Señor que nos da vida?
Oración de Bendición de los Ramos o Palmas
Oremos.
(Pausa)
Oh Dios, Salvador nuestro:
Tu Hijo Jesús se dio a sí mismo el nombre de “madero verde”,
porque él es el árbol en el que estamos injertados
de forma que podemos recibir de él la savia de la vida espiritual.
Que estos ramos verdes que portamos en nuestras manos
expresen que estamos unidos a él
y que queremos vivir en él
como el pueblo al que él libera del pecado y al que da nueva vida con amor hacia ti, Dios nuestro, y hacia los hermanos.
Bendice + estos ramos vivos, para que los agitemos
aclamando a Jesús como al Señor
a quien queremos seguir fielmente
en nuestro camino hacia ti, nuestro Dios vivo.
Que él no permita que nos marchitemos como hojas inútiles y secas,
pues él es nuestro Señor y Salvador, por los siglos de los siglos.
El sacerdote rocía los ramos con agua bendita en silencio.
Introducción al Evangelio de la Bendición de los Ramos (Mt 11,1-10): ¡Bendito el Que Viene!
Jesús acepta el que la muchedumbre lo aclame, pero su triunfo real
se realizará en la cruz.
Breve homilía opcional.
Después, el sacerdote o un ministro
invita al pueblo a unirse a la procesión diciendo:
¡Con el pueblo de Jerusalén
aclamemos a Jesús como a nuestro Señor
y sigámosle mientras cantamos su alabanza!
Canción: El canto de procesión sirve también como canción de entrada.
Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote reza ya inmediatamente la Oración Colecta. Si no hay procesión o entrada solemne, se dice el Acto Penitencial acostumbrado que se encuentra en el misal.
II. LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
Oración Colecta
en su camino de servicio.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
En Jesucristo tu Hijo nos has mostrado
que el camino que conduce a la victoria
es el camino del servicio amoroso
y de la disponibilidad para pagar el precio del sacrificio
mostrando así un amor fiel e inquebrantable.
Danos la mentalidad y la actitud de Jesús,
para que aprendamos a servir como él
y como él amar a los demás sin contar el precio.
Que así lleguemos a ser victoriosos con él,
que es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Primer Lectura (Is 50:4-7): Dios Vendrá en Mi Ayuda
El Siervo de Dios Sufriente permanece fiel a su misión aun cuando sea perseguido, porque confía en Dios.
Segunda Lectura (Flp 2,6-11): Jesús Se Humilló y así Llegó a Ser Nuestro Señor.
Jesús se humilló a sí mismo para ser uno de nosotros y para servirnos. Por eso Dios le resucitó y le hizo Señor de todo.
Evangelio: Pasión (Mc 14,1-15,47): Pasión y Muerte de Jesús.
En su Pasión y Muerte, Jesús es el Señor anunciado en las Escrituras. Pero su muerte destruirá el poder de la muerte y nos traerá vida.
Oración de los Fieles
Oremos ahora a nuestro Señor, Jesús, quien en su profundo amor amó hasta el fin y nos salvó por su muerte y resurrección. Y digamos:
R/. Señor, Jesús, sana a tu pueblo.
- Señor, Jesús, por el alimento y la bebida de la Eucaristía, acompáñanos en el camino de la vida, sé nuestra alegría y esperanza, y así te pedimos:
- Señor, Jesús, por tu agonía en el Huerto de los Olivos, asiste a todos los moribundos en su hora de agonía, y dales a todos el valor de aceptar la voluntad del Padre, especialmente cuando se haga muy difícil, y así te pedimos:
- Señor, Jesús, por tu injusto encarcelamiento y condena a muerte recuerda a los encarcelados por sus convicciones, o condenados por jueces injustos, y así te pedimos:
- Señor, Jesús, traicionado y abandonado por tus amigos, hazte cercano a todos los que se sienten solos; da a tu pueblo la capacidad de hacer amigos fieles, y así te pedimos:
- Señor, Jesús, por tu camino de la cruz, aligera las cargas de todos los que sufren y hazlos afables y comprensivos para con otros, y así te pedimos:
- Señor, Jesús, por tu muerte en la cruz y por tu gloriosa resurrección perdona todo pecado, da vida a todos, y así te pedimos:
- Señor, Jesús, que el raudal de tu perdón y de tu vida se derrame sobre todos nosotros y nos otorgue tu felicidad y gozo eternos, en tu reino que permanecerá para siempre, por los siglos de los siglos.
Oración de Ofertorio
En la noche anterior a su muerte,
en la Última Cena,
Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
en forma de pan y vino,
y lo repite ahora de nuevo aquí entre nosotros.
Danos un corazón agradecido por toda su bondad
y haznos suficientemente fuertes
para que con él sepamos darnos a nosotros mismos
a todos los que caminan con nosotros en la vida.
Que esta ofrenda nos traiga reconciliación
contigo y con los hermanos.
Te lo pedimos en nombre de Jesús, el Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
La cruz y muerte de Jesús nos trajo perdón y vida. Él murió para que nosotros vivamos. Con Jesús, damos gracias al Padre por su amor.
Introducción al Padre Nuestro.
Jesús rogó al Padre
pidiendo la fuerza necesaria para hacer su voluntad.
Nos unimos a él en nuestra oración confiada.
R/. Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todo pecado y de todos los males,
y concédenos tu perdón y tu paz.
Ayudados por tu misericordia,
danos esperanza y amor
para compartirlos con los que se sienten abandonados
y con los que agonizan a causa de sus cruces.
Llévanos a todos con esperanza
hacia la venida gloriosa entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo,
el Cordero sin pecado
que sufrió y murió por nuestros pecados.
Dichosos nosotros ya que él viene
para que podamos compartir su vida y su amor.
R/. Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
En esta Eucaristía tu Hijo Jesús se nos ha dado
como se entregó totalmente a sí mismo en la cruz.
Queremos aprender de él
a mantener viva nuestra esperanza en ti
y a seguir recorriendo nuestro camino en la vida
incluso cuando no sepamos
lo que el futuro nos tiene reservado,
o cuando tengamos que soportar cruces pesadas,
ya que confiamos en ti y sabemos
que surgiremos por encima de nuestras miserias
a una vida de gozo y alegría sin fin,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
cómo el amor a Dios y al prójimo
van inseparables, agarrados de la mano.
El amor de Jesús al Padre
le hizo ir “hasta el extremo” en su amor hacia nosotros.
Murió llevando a cabo esa misión,
y en su muerte hemos renacido.
Que este pensamiento nos guíe durante esta Semana Santa
e inspire también nuestra vida cristiana:
Él es el Maestro y Señor a quien seguimos.
Que Dios nos dé fuerza y nos bendiga.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.