Comentario al Evangelio del viernes, 19 de junio de 2020
Edgardo Guzmán, cmf
Queridos amigos y amigas:
La liturgia de la Iglesia nos propone para este viernes la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta tiene una fuerte tradición eclesial y una devoción particular en la mística popular de muchos pueblos. Celebrar el Corazón de Jesús medio de la crisis causada por el corona virus, con toda la situación anómala y de desconcierto que ha creado, y que aun sigue golpeando sobre todo a las poblaciones mas vulnerables, nos hace redescubrir el Corazón de Jesús como fuente de vida que posibilita la esperanza.
A la luz de las lecturas bíblicas de esta celebración podemos tomar conciencia de lo que encontramos en el Corazón de Jesús: el amor. El amor de un Dios que se hace carne por nuestra salvación y que se entrega sin medida. En el sentido bíblico la palabra corazón abraza la totalidad de la persona no solo al mundo afectivo. Remite a los intimo del ser humano, el lugar donde se toma conciencia de sí mismo, además de los sentimientos el corazón tiene los recuerdos, pensamientos, proyectos y las decisiones. Por ello, en la expresión Corazón de Jesús se designa lo más intimo y lo unificador, el misterio del amor de Dios por la humanidad.
Contemplar el Corazón manso y humilde de Jesús es ver un corazón traspasado, angustiado, desangrado, muerto. En el que se manifiesta el amor gratuito de un Dios enamorado de su pueblo, «el amor que vence en el fracaso, que triunfa en impotencia, que muerto vivifica, que es el amor, que es Dios» (K. Rahner). El sentido bíblico y teológico de la expresión Corazón de Jesús nos ayuda para no reducirlo a imágenes piadosas, a una tradición devocional o una idea abstracta. La verdadera devoción al Corazón de Jesús consiste en encontrarnos con su persona y dejarnos transformar por su vida, sus gestos y sus palabras.
En el Evangelio Jesús nos dice: «aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón». La vida cristiana es entrar en esta escuela del Corazón de Jesús. El camino del discipulado es transformar nuestro corazón en el amor gratuito que recibimos de Dios, para tener el mismo Corazón de Cristo. Un corazón humano, pobre, compasivo, misericordioso, alegre, con espíritu, lleno de amor. Pidamos al Señor en este día que nos haga sintonizar con su corazón, que nuestro corazón muchas veces fatigado por cansancios y agobios que lo intranquilizan pueda encontrar esa clave de amor que lo unifica en la sinfonía del corazón de Dios.
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán CMF
eagm796@hotmail.com