Comentario al Evangelio del Sábado 10 de Mayo de 2025

Fecha

10 May 2025

Hace unos domingos, al terminar la Eucaristía, uno de los que habían participado en ella me dijo que Jesús no nos lo había puesto fácil ese domingo. Es que el Evangelio había repetido con insistencia que había que amar a los enemigos y orar por los que nos persiguen. Aquel hombre se había tomado el Evangelio en serio y se había dado cuenta de que Jesús, la Palabra de Dios, nos ponía ante un reto formidable. Comulgar con Jesús era comulgar con su palabra. Y no resultaba para él nada fácil llevar a la práctica el compromiso asumido al participar en la Eucaristía.

Es que comulgar es una cosa muy seria. Y lo mismo se puede decir de ir a misa. O mejor dicho, de participar en la Eucaristía. No podemos ir a misa como el que va a hacer una devoción o a rezar un rato. A la misa, a la Eucaristía, vamos a participar, a escuchar la Palabra y a compartir el pan de vida que es el mismo Jesús. La misa nos compromete, nos desafía, nos llama a vivir de otra manera. Y no siempre es fácil.

Algo así es lo que les pasó a los discípulos de Jesús después de oír a Jesús en los evangelios que hemos leído estos días pasados. El Evangelio de hoy tiene como tres tiempos. Lo primero es la afirmación de los discípulos de que el modo de hablar de Jesús es duro y exigente. Lo segundo es la constatación de que muchos discípulos se echaron atrás y abandonaron a Jesús. Lo tercero es la afirmación de Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.” No todos se fueron. Algunos, aun conscientes de sus debilidades y limitaciones, decidieron quedarse. Gracias a ellos, hoy estamos aquí. Con sus dudas, con sus pobrezas, siguieron a Jesús y se hicieron mensajeros del Reino.

Hoy nos toca a nosotros pensar en qué grupo nos situamos. Es, como toda decisión de fe, una decisión personal que tiene su riesgo. Pero, en adelante, cada vez que vayamos a participar en la Eucaristía tenemos que saber a lo que nos comprometemos y poner toda la carne en el asador para tratar de ser consecuentes con nuestra fe. Ahora ya sabemos lo que significa comulgar con Jesús.

Fernando Torres, cmf

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