Comentario al Evangelio del Miércoles 30 de Abril de 2025
Seguimos con el nacer de nuevo. Lo primero a lo que nos invita Jesús es a cambiar nuestra forma de entender a Dios. Porque no a otra cosa nos lleva la primera frase del evangelio de hoy: “Tanto amó Dios al mundo…”. Vamos a pararnos ahí porque es a donde nos tiene que llevar ese nacer de nuevo.
Decíamos que nacer de nuevo era mira la realidad con ojos nuevos y libres de prejuicios. Pues eso se tiene que aplicar en primer lugar a nuestra forma de creer en Dios. La imagen de Dios que tenemos en nuestra mente no surgió de repente un día que escuchamos el Evangelio o a un predicador hablar. Se fue formando poco a poco. Quizá en lo que decían nuestros padres. Es posible que en muchos de nosotros resuenen en nuestros oídos aquello de ”No hagas eso que Dios te va a castigar”. Y así, con esas palabras y otras muchas fue como en nuestra mente y en nuestro corazón se fue formando la imagen de un Dios controlador, vigilante, juez dispuesto siempre a condenar, que guarda en detalle cada uno de nuestros actos y pensamientos para lucirlos en el momento del juicio y utilizarlos como armas en contra nuestra.
De todo eso es de lo que nos tenemos que desprender para entrar en una nueva conciencia: “Dios es amor” y “Tanto amó Dios al mundo…”. Un Dios que es amor no es ni puede ser condenador sino salvador, misericordioso, paciente. Es un Dios que es siempre capaz de ver posibilidades nuevas donde nosotros no vemos más que callejones sin salida. Es un Dios que está siempre con la puerta abierta, sin condiciones. Es un Dios que acoge a todos y no excluye a nadie. Otra cosa sea que seamos nosotros los que le rechazamos. Pero, incluso en ese caso, él sigue con las manos abiertas y tendidas hacia nosotros. Porque no puede ser de otra manera. Porque es amor. Y el amor no puede más que amar. “No mandó a su Hijo para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por él”. Acoger y vivir así a Dios, eso es nacer de nuevo.
Fernando Torres, cmf