Comentario al Evangelio del Miércoles 28 de mayo de 2025
Vida y aliento: verdad
Hay una insistencia casi machacona en estos días sobre el Espíritu. Hay que repetirlo muchas veces, porque el Evangelio de Juan es muy difícil de entender. Y, sin embargo, el resumen es sencillo: vida y aliento, camino a la Verdad.
En la primera lectura de hoy, de Hechos, Pablo, con un cierto sentido del humor, comenta los muchos dioses de los griegos y su culto incluso al “desconocido”. Y justamente indica que el desconocido es el verdadero: es la vida y el aliento de todo. Los otros son solo imágenes, ídolos, cosas pasajeras sin ninguna fuerza vital. El “desconocido” es algo misterioso, que no se puede ver ni tocar, pero que es lo más auténtico de todo por ser el principio de vida.
En el Evangelio también se habla de eso misterioso, eso que los discípulos aún no podrían aguantar. ¿Por ser totalmente inabarcable, inmenso, inefable? El Dios tan cercano y tan conocido es al mismo tiempo el Dios totalmente inabarcable.
Solamente el Espíritu puede guiar a la Verdad, porque solamente el Espíritu es verdad.
Estamos rodeados de ídolos que muchas veces se consideran como lo más real, pero que, por el propio ambiente de relativismo en el que vivimos, no tienen ninguna sustancia. Pueden ser el placer, el dinero, “mi verdad”, los sentimientos… ídolos que se esfuman con la misma velocidad con la que llegan. Vivimos en un mundo de grandes contradicciones entre el sentimentalismo y una cultura de muerte que no se detiene ante atentados contra la vida como son el aborto, la guerra o la eutanasia. Todo cohabita en los mismos grupos y a menudo en los mismos corazones. Y a menudo se asegura que no existe una verdad absoluta, porque la realidad es una construcción social… A la larga, a todo eso le falta vida, le falta aliento.
Porque precisamente la Verdad es el Dios desconocido en el que nos movemos, vivimos y somos. Donde tenemos aliento. Y es el Espíritu quien nos tiene que guiar hacia esa verdad.
Cármen Aguinaco