Comentario al Evangelio del miércoles, 28 de junio de 2023

Fecha

28 Jun 2023
Finalizdo!
Alejandro Carbajo, CMF

Queridos hermanos, paz y bien.

¿De qué me sirven tus dones? A veces, nosotros nos podemos hacer también esa pregunta. Parece que las cosas no van, que “en buena hora me metí yo en esto de la catequesis”, “el domingo voy a Misa y no cambia nada, sigo igual…” “A los que no creen parece que les va bien, viven sus vidas sin complicaciones…” Todo eso nos interpela. Es normal. Lo que pasa a nuestro alrededor nos afecta. Porque vivimos en el mundo.

La palabra de Dios de hoy nos vuelve a recordar el motivo de que Abrahán sea para nosotros un modelo. Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. Es que todo tiene su tiempo bajo el sol. Nuestros ritmos no son los ritmos de Dios, nuestros deseos no siempre son los deseos de Dios. Cuesta aceptar que todo está en nuestras manos, que no somos todopoderosos, el único que todo lo puede es Dios. Y se acuerda de su alianza eternamente. Mucha gente vive con esta seguridad. Otros, no tanto. Por eso cuesta ver el paso de Dios por nuestra vida.

Creer en que Dios está con nosotros ayuda a dar frutos buenos. No es solo cuestión de saber mucho de Dios, haberse leído el Catecismo o recitar de memoria varios salmos. Que eso está muy bien. Y hay que hacerlo. Sobre todo, lo de leer la Biblia. Se trata de que todo ese conocimiento se traduzca en vida, en nuestra vida. Que yo sea un cristiano activo, 24 horas al día, 7 días a la semana. No solo los domingos, una hora, durante la Misa. Que se vea nuestra fe por nuestras obras. Bonita tarea para cada día.

Pensamos que ahora las cosas son muy distintas de cuando vivía Jesús, pero algunas no han cambiado mucho. Lo de los falsos profetas, por ejemplo. Se discute mucho sobre las “falsas noticias”, cómo controlarlas y cómo saber lo que es verdad y lo que es mentira.

El mismo Jesús da una buena clave de discernimiento: los frutos. Ser cristiano, ser creyente, significa vivir dando buenos frutos. Todo lo que nos ayude a ser mejores, a abrirnos a los demás, es de Dios. Lo que nos libera, lo que nos ayuda a salir de nosotros mismos y facilita que el mundo sea mejor, es de Dios. Lo que te aísla, fomenta dentro de ti el resquemor o incluso el odio, no. Revisa cuáles son tus pasiones, tus sentimientos, lo que de verdad te mueve, y mira si das buenos o malos frutos, siguiéndolos. Y si tienes que cambiar algo, hazlo. No te ajustes a este mundo. Transfórmalo, renovando tu mente. Y da gracias al Señor, porque se acuerda de su alianza eternamente.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

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