Comentario al Evangelio del Miércoles 25 de Julio de 2025

Fecha

25 Jun 2025

Para dar frutos buenos

Es evidente que no todo es lo que parece. Aunque no debemos adoptar una actitud de sospecha sistemática contra toda apariencia de bien, que acaba aislándonos y cerrándonos sobre nosotros mismos, minando toda capacidad de confianza, tampoco debemos ser ingenuos. Como el bien atrae y el mal repele, es frecuente que los que tienen aviesas intenciones traten de esconderlas y disimularlas, revistiéndose de apariencias de bien. Así Jesús nos advierte contra los falsos profetas, que operan en el ámbito de la religión. Pero es verdad que los lobos con piel de oveja se encentran en todos los ámbitos de la vida humana: la economía, la política, la amistad, hasta la familia. Pero Jesús nos advierte, al tiempo que nos ofrece criterios de discernimiento: son los frutos los que nos hacen conocer la calidad de las raíces, son la consecuencias las que nos revelan la intenciones ocultas y disfrazadas.

Pero este criterio de discernimiento podemos aplicárnoslo a nosotros mismos. También podemos usarlo para examinarnos, para comprobar si nuestra vida está dando buenos o malos frutos. Lo más probable es que encontremos que se dé una mezcla de frutos buenos y malos, puesto que no somos perfectos. Pero Jesús nos llama a dar solo frutos buenos. ¿Cómo hacer? Tenemos que trabajar en las raíces: examinar nuestros valores básicos, los que realmente mueven nuestro corazón, no sólo los que profesamos teóricamente. Y no solo examinar, sino alimentar, abonar, sanar, para que esas raíces acaben dando buenos frutos. Abraham nos sirve hoy de ejemplo. La primera y fundamental condición es la confianza. Tenemos que creer las promesas de Dios, acoger su Palabra, que es Cristo. En segundo lugar, afincados en esa confianza, tenemos que poner manos a la obra: hacer con diligencia lo que depende de nosotros. Abraham prepara el sacrificio y lo preserva de los buitres. Pero, finalmente, dar frutos de vida buena, de amor y vida eterna, es cosa de Dios, que acogerá y consumará lo que con buena voluntad hemos preparado.

Frutos buenos a los que Dios nos llama son consecuencia de la cooperación de nuestra libertad y la gracia de Dios. Como dice la liturgia de la ordenación sacerdotal, citando la carta a los Filipenses (1, 6): “que Dios que empezó en ti la obra buen, Él mismo la lleve a término”.

José M. Vegas cmf

¡No hay eventos!
Radio Palabra

God Gossip