Comentario al Evangelio del miércoles, 23 de febrero de 2022

Fecha

23 Feb 2022
Finalizdo!
Alejandro Carbajo, cmf

Queridos amigos, paz y bien.

Dos ideas para la reflexión en las lecturas de este día. Y ambas útiles para todos, pequeños y grandes, sabios y humildes. En la primera lectura, de las Carta a Santiago, el recuerdo de que no todo depende de nosotros. «Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro.» Es verdad. Vivimos como si tuviéramos derecho a ello, olvidando que, cada día, es un nuevo regalo que Dios nos da. Esto lo entienden muy bien las abuelitas que vienen a Misa cada domingo, en Múrmansk, o cada día, en muchas parroquias de España. Se alegran de verse, se dan la paz con sentimiento y se preguntan por sus cosas, a la puerta del templo, con verdadero interés, no por obligación o por educación.

¡Cómo cambiarían las cosas si viviéramos cada jornada con esta clave! No nos daría pereza decirla a la gente que tenemos cerca que los queremos, o quizá ayudaríamos más a los “prójimos” que Dios nos pone en el camino. “Nadie puede salvarse, ni dar a Dios un recate”, nos recuerda el salmo, pero podemos definir la línea maestra de nuestra vida con nuestras acciones. Que no se nos olvide, “quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable”. Y sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer. Que para eso somos creyentes. Algunos, desde hace muchos años.

Y la segunda idea. Vivimos en un mundo que tiende a dividir todo en grupos. Los míos y los otros, los buenos y los malos, los conservadores y los progresistas, los guapos y los feos… En los partidos políticos, se ve mucho. Aunque dentro de la Iglesia también se da esta tendencia. Miramos raro a la persona que llega nueva, que piensa de otra manera o que tiene “mala” pinta. Es el síndrome del grupo cerrado. Nos hace falta aprender mucho de Jesús. Para Él no había ningún tipo de divisiones. A todos se acercaba, a todos proponía su mensaje de salvación. Algo de eso que nos recuerda el Papa Francisco y su Iglesia en salida.

La única división importante para Jesús es aceptar o no su mensaje. “El que no está contra nosotros, está con nosotros”. Lo primero, entonces, es decidir si aceptamos a Jesús como el guía de nuestra vida, para después compartirlo con otros. Como un equipo. Sin rivalidades, sin celos, sabiendo que todos estamos en lo mismo. Hace algunos años, en la misma calle de nuestra parroquia en Múrmansk, consagraron un templo luterano. Cuando llegó mi turno en los saludos, dije que no éramos rivales, sino colaboradores en la propagación del Evangelio. Ojalá podamos unirnos todos alrededor de Jesús, para seguir diciendo que Él es nuestro Salvador. Con la libertad de los hijos de Dios. Pues lo somos.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

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