Comentario al Evangelio del martes, 24 de octubre de 2023
Alejandro Carbajo, CMF
San Antonio María Claret, obispo.
Queridos hermanos, paz y bien.
Dios sabe lo que se hace. Por un hombre entró el pecado en el mundo, por otro hombre nos llegó la salvación. En nuestra carne débil estaba ya prevista la posibilidad de arreglar el problema, el mismo Hijo de Dios se hizo hombre. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Incluso si nos sentimos los más grandes pecadores del mundo, siempre hay más gracias que condena.
El texto de hoy reúne varias parábolas sobre la vigilancia y la espera de la segunda venida del Señor. Debemos estar siempre esperando a Cristo, porque no sabemos ni el día ni la hora. Y estar preparados, porque el que viene es el Juez. Es una llamada para todos, pero para algunos, como ministros, más. Como misioneros, debemos ser ministros prudentes, porque hemos sido elegidos, hemos recibido mucho y nos han confiado una bellísima tarea: el anuncio del Reino. Si nos dormimos, si no compartimos lo recibido, si no tenemos puesto el traje del servicio, nos dirán un día que no hemos sido fieles. Mirar a Cristo, servidor siempre, hasta el ejemplo del Jueves Santo. Celebrar la Eucaristía con espíritu de servicio. Y como nuestro Fundador, vivir siempre en presencia de Dios, por Él y con Él.
Porque hoy es un día especial para nosotros, los Misioneros Claretianos. Aquí se puede ver algo sobre nuestra Congregación. El dies natalis de nuestro Fundador, el día de su nacimiento para el cielo, es motivo para dar gracias a Dios por su vida, por su obra y por nosotros, sus hijos, Congregación querida. Una llamada a sentir que el espíritu de Dios está sobre cada uno de nosotros, como lo sintió Jesús en la sinagoga de Nazaret, y como lo vivió Claret.
En la solemnidad de san Antonio María Claret, se nos recuerda la necesidad de estar siempre disponibles. Así, apóstol y misionero se sintió nuestro Fundador. Hacerse presente en cualquier tipo de frontera, usando todos los medios urgentes, oportunos y eficaces, para construir el Reino de Dios. Cada uno con su vocación, con su carisma personal, dentro del carisma común de la Congregación. Acompañados de muchos amigos que comparten nuestra forma de ver el mundo. Y siendo creativos, como lo fue Claret. Dando la oportunidad a todos de trabajar con nosotros, para que la Buena Nueva llegue a todos los rincones del mundo, del uno al otro polo. Que nuestro Fundador no se avergüence de nosotros, sus hijos, por haber perdido el impulso misionero.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.