Comentario al Evangelio del Lunes 30 de Junio de 2025

Fecha

30 Jun 2025

Llama la atención un especie de contraste entre las lecturas de la Liturgia de la Palabra de hoy.  Jesús parece contraponerse al Dios que transige con Abraham y una a una va aceptando propuestas de rebaja en su amenaza de destruir Sodoma y Gomorra. Jesús es tajante: no hay rebajas. Pero es Él mismo quien en otro lugar dice venir a que la Ley se cumpla hasta la última jota. ¿Y no es una ley sagrada el honrar a los padres?

Conocí a algún predicador que aplicaba a estos textos exigentes la definición de hipérbole o exageración retórica.  Vale, pero no nos escudemos en eso. Me parece que este pasaje evangélico de Mateo va mucho más allá. ¿Quién conoce mejor nuestro corazón, que el Verbo por quien todo fue hecho? Y por eso vió en el corazón del discípulo lo que es muy posible que vea en cada uno de nosotros. Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce? leemos en Jeremías 17, 8. Somos tan capaces de engañar como de engañarnos.  Sabemos de nuestra insuficiencia y de nuestra debilidad y, ante los demás y ante nosotros mismos, queremos aparentar virtud, entrega, caridad…

Así, justificamos con argumentos “de mucho peso” el no tener aquella “determinada determinación” de la que hablaba Teresa de Jesús. Y el posponer con buenas razones el radical seguimiento al que nos llama el Maestro. A veces ni siquiera somos conscientes. Pero si miramos nuestra vida es muy posible que nos identifiquemos con aquellos versos de Lope: “¡Cuántas veces el ángel me decía:/«Alma, asómate ahora a la ventana,/verás con cuánto amor llamar porfía»!/¡Y cuántas, hermosura soberana,/«Mañana le abriremos», respondía,/para lo mismo responder mañana!”

Pidamos escuchar esa llamada de amor y responder sin “aplazamientos”…

Virginia Fernández

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