Comentario al Evangelio del lunes, 26 de diciembre de 2022
Paulson Veliyannoor, CMF
Una revolución copernicana
En el relato de la muerte de Esteban -el protomártir de la Iglesia- hay un momento extraordinario (que, por cierto, se omite en la primera lectura de hoy, pero que debemos considerar). El versículo 60 nos dice que Esteban murió pidiendo a Dios de rodillas que perdonara a sus asesinos. Esto fue extraordinario, porque hasta entonces ninguna figura del Antiguo Testamento lo había hecho. Incluso el último profeta asesinado en el AT, Zacarías, murió maldiciendo a sus enemigos (cf. 2 Cr 24:22; Lc 11: 50-51). ¿Qué provocó ese 0cambio copernicano en Esteban, y después en todos los mártires de la Iglesia que hicieran lo mismo? Nada más que la gracia del Crucificado, que modeló para todo el mundo cómo afrontar el mal humano con las fuerzas del amor. "Mártir" significa "testigo": testigo de esta revolución del amor que Cristo llevó a cabo. Como prometió Jesús, en esos momentos, es el propio Espíritu Santo quien da testimonio de Cristo, a través de ellos.