Comentario al Evangelio del lunes 19 de mayo de 2025

Fecha

19 May 2025

El amor con amor se paga

Las diversas presencias del Resucitado que hemos venido contemplando en estas semanas (la comunidad, la Eucaristía, los pastores) se sustancian finalmente en el mandamiento del amor. La Iglesia es una comunidad eucarística guiada por el Buen Pastor, pero esto no puede significar otra cosa, que es una comunidad que tiene el amor como eje de su existencia. Sin ese amor la comunidad se convierte en una secta, la eucaristía, en un rito vacío, y la guía de los pastores, en una estructura de poder. En cambio, cuando el amor es la ley fundamental de esta comunidad, en ella se puede percibir la presencia real del Resucitado: la comunidad es verdadero cuerpo de Cristo, la Eucaristía el banquete del amor en el que participamos realmente en el misterio pascual y, en los pastores, es el único pastor, Cristo, el que guía a su Iglesia por medio de su Espíritu.

Nos disponemos en esta semana a profundizar en el mandamiento del amor, a examinarnos sobre él. Ya hoy Jesús nos da preciosas indicaciones sobre su verdadera naturaleza. No es el amor, como se suele pensar, un mero sentimiento subjetivo, pasajero y espontáneo, como la simpatía. El verdadero amor, que brota del libre centro personal, es cosa de la voluntad: se trata de plegar la propia voluntad a la voluntad de Dios, manifestada en Cristo (sus mandamientos, sus palabras). Respondiendo al amor de Dios con un amor así, se produce una unión profunda con Cristo y por Cristo, con el Padre. Cuando el amor se traduce en un modo de vida que pone en práctica la Palabra de Jesús, este se nos revela, nos habilita para verlo cada vez con más claridad, y nos vamos convirtiendo siempre más en lugar de morada de Dios, en templos del Espíritu Santo.

Que esta revelación se dé sólo a los que aman a Dios y aceptan sus mandamientos no quiere decir que debamos cerrarnos sobre nosotros mismos con orgullo sectario. Al contrario, esa revelación nos descubre el rostro de Cristo en todos, también en los que todavía no pertenecen a la Iglesia, y especialmente en los que sufren. El Espíritu de Jesús, el Espíritu del amor nos lleva a salir de nosotros mismos en misión, y a hacer el bien a todos sin distinción, como Bernabé y Pablo en Listra. Cuando amamos con el amor de Cristo no actúa en nosotros nuestro propio poder, sino el poder creador de Dios que hizo el cielo y la tierra y que resucitó a Cristo de entre los muertos.

Saludos cordiales,

José M. Vegas cmf
http://josemvegas.wordpress.com/

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