Comentario al Evangelio del jueves 22 de mayo de 2025
La clave teológica del amor
¿Puede la psicología desvelar la verdadera naturaleza del amor? Por muy útiles que puedan resultar la psicología, la antropología o las ciencias sociales para ilustrar las condiciones y los efectos benéficos del amor, ninguna de esas ciencias puede desentrañar lo que es, en realidad, un misterio. La verdadera clave de comprensión del amor es teológica. Solo mirando a Dios podemos atisbar la verdad de este misterio, en el que estriba el sentido de nuestra existencia y nuestra misma salvación. Porque el amor es un absoluto, que trasciende por completo los parámetros del espacio y del tiempo, que supera toda relatividad y se eleva por encima de todo límite. En pocas palabras, apenas en una frase, Jesús hoy nos ofrece todo un tratado sobre el amor: es la relación del Dios Padre con el Dios Hijo, la total donación que el Padre hace de sí y por la que el Hijo es lo que es. La relación intratrinitaria es una unidad y armonía perfecta que, sin embargo, no niega ni anula las diferencias (de las personas divinas), sino que las afirma como tales. Y eso es, en esencia, el amor: la unidad que afirma las diferencias.
Y ese amor en que consiste Dios se difunde y trasmite. Dios quiere compartir su ser y su esencia y lo hace creando y salvando. La creación es un acto de amor, y la salvación en Cristo es un amor redoblado, que no solo crea, sino que recrea y restablece lo que estaba perdido y condenado a muerte por el pecado. Acoger a Cristo es acoger el amor de Dios y transmitirlo, precisamente amando. El mandamiento que hay que guardar, si es que amamos a Cristo, es un envío (un mandado): hacernos heraldos de ese amor trinitario que hemos experimentado en Cristo.
Y si Dios ha tenido que esforzarse –por decirlo humanamente– para darnos su amor, como lo vemos en la Cruz de Jesucristo, es claro que nosotros no podemos reducir el amor a un pálido sentimiento romántico de simpatía, sino que tenemos que esforzarnos también en una entrega generosa y, en ocasiones, difícil. Porque el amor, la sustancia de Dios, tiene que actuar especialmente en las situaciones de conflicto, que con tanta frecuencia usamos como excusa para la agresión y la división. Vemos la utilidad del amor en la asamblea de Jerusalén. Sensibilidades distintas y, en parte, enfrentadas, se esfuerzan por encontrarse para salvar la unidad sin renunciar a las legítimas diferencias, con el objetivo de que la salvación en Cristo, la revelación del amor de Dios, alcance a todos, sin distinciones, superando toda frontera.
Saludos cordiales.
José M. Vegas cmf
http://josemvegas.wordpress.com/