Comentario al Evangelio del jueves, 17 de junio de 2021

Fecha

17 Jun 2021
Finalizdo!
Carlos Latorre

Queridos hermanos:

Hoy encontramos en el texto bíblico de Mateo  la oración que más solemos rezar junto con el avemaría, el padrenuestro. En su brevedad es una verdadera escuela de oración. De hecho para relacionarnos con Dios no hay una oración mejor, pues es el mismo Jesús nuestro Señor quien nos la ha enseñado.

La gran novedad de esta oración está en la primera palabra con la que comienza: «Padre», pues  es la que da verdadero sentido a todo lo demás. Si bien la expresión «Padre» referida a Dios es frecuente en la tradición bíblica del Antiguo Testamento, nunca se había llegado más allá de un significado simbólico: Dios era padre del pueblo en general  o se comportaba como un padre. En Jesús, el símbolo se hace realidad; Dios es realmente su padre, al que llama con el diminutivo entrañable con que los niños se dirigen a la persona que les dio la vida: «abba», «papá». Pero Dios no sólo es el padre de Jesús, sino también nuestro padre; de cada uno en particular y de todos como familia suya y hermanos de su Hijo primogénito. Aquí encontramos expresado todo el mensaje espiritual de la Biblia. Cuando la rezamos con atención,  lo que expresamos con nuestros labios transforma nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestra forma de pensar y de actuar.

Esta oración contiene siete peticiones, tres en honor de Dios: que su nombre sea santificado, respetado, alabado; que su reino se extienda por todo el mundo y llene el corazón de todas las personas; que su divina voluntad se cumpla en la tierra, como se cumple en el cielo.

Y a continuación siguen  cuatro peticiones a favor nuestro: en primer lugar pedimos a nuestro Padre el alimento para cada día y el perdón de todas  nuestras ofensas. Por último pensando en nuestros errores y pecados  le pedimos a nuestro Padre que aparte de nuestro camino las tentaciones que nos acechan y los males que nos amenazan  en la convivencia familiar, en el trato con nuestros amigos y vecinos. Porque la amistad  renovada con Dios sólo es posible cuando también se ha mejorado la relación con las personas con quienes convivimos o encontramos en nuestro día a día.

El perdón es un punto central en la oración cristiana.

Y por último decimos:  “y líbranos del mal” o del Malo, con mayúsculas, que es el demonio. Él busca siempre nuestra perdición. Cuando abrimos la Biblia, vemos que él fue el tentador para arruinar a la humanidad. Y así termina la oración cristiana que, en su brevedad, resume todo el evangelio.

Decimos con toda razón que la oración es la fuerza del cristiano. Lo sabía muy bien aquella madre cristiana que cuando llegaba la noche  encontraba la tranquilidad  para hablarle al Señor. Dormían los hijos, dormía el marido. Ella abría su Biblia y leía el evangelio del día siguiente. Y rezaba despacito el padrenuestro y el avemaría  poniendo a su familia en las manos del Padre Dios. Así es la oración que brota del corazón.

Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
carloslatorre@claretianos.es

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